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Conseguido el fuego, introducían el palo en un manojo pequeño de palma seca, preparado de antemano. Y así obtenían el fuego. Luego, una vez puesto en el fogón, lo mantenían mediante un abanico de plumas de ave, llamado «Rurúksá», con el que iban abanicando el fuego. Este abanico lo empleaban también para barrer la parte del bohío que le había correspondido a cada familia. La forma de conseguir el fuego la recibieron, según sus tradiciones, de Sabasda, quien enseñó a Ourundóu y éste a los barí, como més tarde veremos ‘. Era también una función reservada a los varones de la familia. Para la cocción de los alimentos tenían unas vasijas apropiadas. Las llamaban «Dánku». De ahí «Baradánku» = de barro ollas. Eran de barro y arcifia. Su tamaño oscilaba entre 15 y 20 cm. Las utilizaban siempre para cocer yuca, carne, e incluso pescado. Igualmente, tenían jarros para beber, que llamaban «Tobabái-sima». A las vasijas grandes, en las que se guardaba el agua para cocinar, las llamaban «Karrañá-sima». Los misioneros encontraron estos instrumentos en bohíos abandonados. La carne, tan pronto llegaban los hombres de la caza, la ahumaban, según el sistema primitivo del procedimiento del ahumado, para su conser vación. Se mantenía en perfecto estado contra toda posible putrefacción o picaduras de mosquitos. No existían platos para repartir la comida. La servían en grandes hojas de bijao, como únicos platos naturales y siempre frescos. Todos sentados alrededor del fogón ‘. Su comida consistía fundamentalmente en carnes de animales y pescado, yuca, que nunca faltaba, pMtanos y, a veces, caracoles («Sckú») y gusanos de palmera («Kugdií») 138 136. Para el tema de la obtención del fuego, pueden consultarse: A. de VILLAMAÑÁN, Pr’imeros días..., 324; ID., Cosmovisión..., 4; A. de ALcÁcER, El indio motilón..., 53; A. R. PONS - OTROS, Los motilones..., 43; M. GoN ZÁLEZ C., Uso y costumbres..., 57; 0. D’EMPAIRE, o. c., 198. 137. En el último Contacto pacífico con ellos, los misioneros encontraron instrumentos de cocina, fruto del pillaje efectuado a la Misión (Los Angeles det Tukuku) y a algunas casas de los hacendados vecinos (cf. A. de VILLAMA ÑÁN, Primeros días..., 324). 138. Tanto algunos ancianos como misioneros que contactaron con ellos en el 1960 nos confirman que, a veces, comían caracoles («Shkú») y gusanos de palmera («Kukdú»). Parece que los barí presentaban ciertos rasgos de entomofagia —comían algunas clases de insectos—, síntoma inequívoco de pri mitivismo; aunque de forma no tan manifiesta como en los yukpa. Otro de los platos favoritos era el asado de tortugas vivas. Las noqueaban y las po nían al fuego; caso de que despertasen durante el tiempo del asado, volvían a noquearlas hasta que pasasen bien por el fuego. Para el tema de las comi 135
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