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noche, a la luz de la luna. Llevaban una especie de tambor para asus tarlos. Para evitar posibles señales de pista y reconocimíento y no dejar siquiera rastros de sus pisadas, por la noche solían ponerse hojas de árboles en los pies, procurando, también, siempre que el terreno y otras circunstancias se lo permitía, caminar por encima de los troncos de árboles caídos. Igualmente, al travesar los ríos, a su orilla trataban de borrar las posibles huellas. Era la forma mejor de crear desconcierto en el enemigo y de pillarle de sorpresa. Los ancianos suelen dar rienda suelta a su imaginación al contar estos relatos. Cada cual añade detalles que cree interesantes y sorpren dentes para exaltar el valor de su gente. Es un verdadero gozo y sa tisfacción el que sienten al recordar hazañas, bien sean éstas de épocas antiguas o de hechos vividos por ellos antes de la última pacificación. Terminada la guerrilla, volvían de nuevo a sus respectivos bohíos. Allí, si la lucha había finalizado a su favor, contaban con todo detalle a sus familias lo ocurrido y lo celebraban, aunque sin ritos especiales. El otro frente, más ordinario y menos llamativo, era el del grupo de los yukpa, que reciben diversos nombres, como veremos, según su distinta situación geográfica. Estos fueron siempre considerados en la tradición barí como inferiores a ellos en todos los aspectos. Con el elevado concepto que el barí tiene de sí mismo, y siendo tan evidentes las diferencias psicobiológicas de aquel grupo en relación a los barí, no es de extrañar que éstos, desde muy antiguo, se hayan sentido orgullosamente superiores, nos lo relaten en sus tradiciones y, en la actualidad, lo proclamen con gestos y relatos, a veces, de verdadero humor negro 121• 121. Para estimar el peso que esta tradición de superioridad sobre los yukpa ha dejado en el pueblo barí, es interesante ver cómo contrastan sus costumbres con las de los yukpa. Cuando, por ejemplo, afirman que el barí nunca comió ratas, la razón potísima que ofrecen es la de que «eso lo hacen los yukpa», soltando una sonrisa maliciosa muy expresiva y cargada de sentido de cierta desestima de aquéllos. Detalles como éste hemos visto con bastante frecuencia. El barí, al mismo tiempo que tiene conciencia de superioridad de grupo, manifiesta un constante sentido de humof negro para expresarla. En las mismas convivencias intergrupos que los Centros Misionales de Bokshí y Sai madoyi (batí) han realizado para analizar sus problemas comunes, junto al Cen tro Misional de Los Angeles del Titkz,kti (yukpa), la superioridad batí se tras luce también en los diversos test que se aplicaron con este motivo. Precisamen te es éste uno de los aspectos en el que con más interés está trabajando el Grupo de Misioneros, para que, sin perder su propia identidad étnica, traten de inter-relacionarse con otros grupos con sentido de mutuo respeto entre sus etnias. 119
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