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66 DIONISIO CASTILLO CABALLERO confesión de Egisto sobre su identidad. Termina con estas pa labras: «Dios todopoderoso, ¿quién soy yo si no el miedo que los demás tienen de mí?» (p. 56 [156]). Júpiter, como hemos visto, se reconoce en dicha pregunta- afirmación. Alude al origen puramente humano de la religión: de la creencia del pueblo en los dioses. El, como el mismo Egisto, tiene la existencia que el pueblo les reconoce. Su exis tencia surge del «miedo de los hombres». Otra de las ideas- claves del pensamiento de Sartre en Las moscas... La idea sartreana no es nueva. Se remonta a concepciones muy antiguas. Basta recordar la literatura greco-romana. Al re ferírse al origen humano de los dioses, recurre con frecuencia a sus fundamentos psico-sociales: fruto de la ignorancia huma na bajo múltiples aspectos. Con el consiguiente miedo produci do ante las fuerzas de la naturaleza, sociales y políticas... Aquellas divinidades en apariencia omnipotentes, omnís cientes, celestiales y presentes por doquier son, en realidad, producto humano y nada más que humano. Uno de los filósofos antiguos que mejor ha expfesado este componente psicológico del fenómeno religioso es, sin duda alguna, Lucrecio Caro. Su obra De rerum natura, ofrece un clima constante para este análisis, si bien recoge un ambiente bien determinado que, posteriormente, se irá ampliando a lo largo de las distintas interpretaciones históricas acerca del ori gen de la religión y que culminará en la interpretación marxis ta clásica de Marx-Engels y Lenin... «Prirnus in orbe deos fecit timor, ardua coelo fulmina curn caderent». Este verso, que parece llevar el sello lucreciano, aunque no lo hemos encontrado en el De rerum natura en esta formu

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