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LAS MOSCAS 65 sus almas y mi imagen está allí, en el fondo; me repugna y me fascina» (p. 56 [156]). El pueblo de Argos está bajo la mirada de su rey, Egísto. Pero también él cae bajo la mirada creadora de sus súbditos. Existe como ellos lo ven. Lo objetivan... Lo crean a su imagen y semejanza... Pero Sartre pretende esconder en esta presentación algo más profundo. Bajo esta imagen está su concepción sobre las relaciones entre el hombre y Dios. En realidad, no es sino una forma de anunciar lo que, a continuación, va a confesar Júpz ter, revelándonos su secreto. Júpiter reconoce en las palabras de Egisto su propia identidad. También él es creación de sus fieles: los que le miran. En esto ambos son semejantes. Y es una ironía: «,Y quién crees que soy? (Señalando la estatua). También yo tengo mi imagen. ¿Crees que no me da vértigo? Hace cien mil años que danzo delante de los hombres. Una danza lenta y sombría. Es preciso que me miren: mientras tienen los ojos clavados en mí, olvidan mirar en sí mismos» (p. 56 [156])... Sartre alude a esto en varias ocasiones de su obra Las mos cas. Pero introduce un nuevo elemento que no hemos encon trado en El ser y la nada. Nos referimos al origen de la divini dad por parte del hombre y a la explicación «racional» de la religiosidad humana... Con lo que entramos en otro aspecto filosófico del problema que nos viene ocupando. 4. LA RACIONALIDAD FRENTE AL MIEDO Para iniciar el discurso acerca de este interesante tema, volvemos al texto anteriormente citado, en el que se recogía la

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