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62 DIONISIO CASTILLO CABALLERO No obstante, no siempre es correcta la interpretación que se da a este texto. Aunque la concepción fundamental de Sar tre —en lo que se refiere al significado de las relaciones entre los «seres-para-sí»— pudiera dar pie para la interpretación totalmente negativa. Por confesión del mismo Sartre, es preciso entenderla en otra orientación. Los «otros», en la considera ción de Sartre, es una realidad de suma importancia para nues tro propio conocimiento. Es el lugar en el que nosotros adqui rimos conciencia de nuestro propio ser... Pero, no obstante, la realidad es muy otra, parece indicar Sartre. Si las relaciones humanas están envenenadas, «los otros son el infierno». Nos encontraríamos ante una «situacjón infernal» (Para esta confe sión personal del mismo Sartre, cfr. Contat, M. - Rybalka, M., Les Ecrits de Sartre, Gallimard, París 1970, p. 101)... Pues bien, este análisis, continúa Sartre en El ser y la nada, es preciso aplicarlo, también, al tema de Dios en relación al hombre. También El se presenta como «la mirada». Uno de los motivos de la negación sartfeana de Dios. Aún en el caso de que Dios fuera un Creador que respetara la libertad humana, de entrada, hay algo en la concepción de Sartre que hace imposible su existencia. ¿Cómo concibe la noción misma de la divinidad?... Hay un texto muy significati vo a este propósito: «Sí, por otra parte, desviándome de la mirada como ocasión de experiencia concreta, trato de pensar en vacío la indistin ción infinita de la presencia humana y de unificarla bajo el concepto dei sujeto infinito que no es jamás objeto, obtengo una noción puramente formal que se refiere a una serie infinita de experiencias místicas de la presencia del prójimo: la noción de Dios como sujeto omnipresente e infinito para quien existo» (p. 360 t341]) En realidad, Dios sería «la mirada puramente formal», ante cuya realidad el hombre siente «vergüenza», porque reco

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