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48 DIONISIO CASTILLO CABALLERO Presupuestos estos principios de tipo filosófico, puede ahora comprenderse mejor el hilo conductor de toda su obra Las moscas. Orestes se siente libre frente a todos y frente a todo. Parti cularmente frente a Júpiter, por lo que puede representar de todo lo predado. Dios haría irreal la libertad de Orestes, Si bien es una de sus ideas que permanece a lo largo de toda su obra, aparece plasmada de modo particular y relevante en el diálogo mante nido entre Egisto y Júpiter (pp. 52-57 [149-158]) y Júpiter y Orestes (pp. 70-74 [173-184]). Es, precisamente, el secreto doloroso de los dioses y de los reyes: el que los hombres sean libres. Frente a esta realidad nadie puede hacerse valer, fuera de la misma libertad humana. En la concepción sartreana, no hay puesto para un ser, por excelente que sea, que se presente como «creador de la libertad», que establece unos objetívos concretos y determina dos a cumplir, que le índique, desde fuera, qué es el Bien y el Mal, para atenerse a ellos correctamente. Iría contra su liber tad autónoma, absolutamente independiente, creadora de va lores y sin legislador alguno fuera de ella misma. Sartre 0pta, aquí, por un concepto de libertad plenamente autónoma, sin referencia a norma alguna, fuera de sí misma, ni a «dios alguno que le dicte reglas de comportamiento»: lo que tiene que hacer o evitar. La experiencia que Orestes mantiene al final de la obra es que se encuentra totalmente solo ante su elección: ni Dios, ni Diablo, ni Mal, ni Bien... nadie que dé órdenes: «Pero de pronto la libertad cayó sobre mí y me traspasó, la naturaleza saltó hacia atrás, y ya no tuve edad y me sentí com pletamente soio, en medio de tu mundito benigno, como
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