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46 DIONISIO CASTILLO CABALLERO nes literarias, en particular en sus obras de teatro, y muy en especial en lo referente a las relaciones del hombre y la divini dad y su actitud frente a los valores. Recogemos algunos de sus textos de El ser y la nada, que consideramos significativos, no únicos: «El hombre es libre porque no es sí-mismo, sino presencia a sí. El ser que es lo que es, no puede ser libre. La libertad es precisamente la nada que es sida en el meollo del hombre y que le obliga a la realidad-humana a hacerse en vez de ser. Como hemos visto, para la realidad-humana ser es etegirse; nada le viene de afuera, ni tampoco de adentro, que ella pueda recibir o aceptar. Está enteramente abandonada, sin ayuda nin guna de ninguna especie, a la insostenible necesidad de hacer se hasta el mínimo detalle. Así, la libertad no es un ser: es el ser del hombre, es decir, su nada de ser... El hombre no puede ser ora libre, ora esclavo: es enteramente y siempre libre, o no lo es» (p. 546 [516]). Esto puede hacernos comprender la interpretación que Sartre propone acerca del «ser» de la libertad, a la que acaba mos de aludir... Pensar en la libertad humana en términos «cosistas» o de «accidentes», de «algo sobreañadido» a lo que consideramos «ya» constituido del hombre, sería un contra sentido. Igualmente sería no-inteligible en el cuadro de refe rencias ontológicas sartreano someter al hombre a «situaciones pre-dadas» de valores —del Bien y del Mal—, ante los que tendría que reaccionar positiva o negativamente: «...mi libertad no es una cualidad sobreagregada a una propie dad de mi naturaleza: es, exactísirnamente, la textura de mi ser; y, como en mi ser es cuestión de mi ser, debo necesariamente poseer cierta comprensión de la libertad...» (p. 344 [514]). En este contexto explicita Sartre su pensamiento sobre lo que es el hombre en su quehacer humano. Y en su relación al famoso tema acerca de ¿«prioridad de la esencia sobre la exis

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