BCCCAP00000000000000000000222

LAS MOSCAS 35 mente, se detiene ante el umbral, profiriendo gritos contra Orestes, llamándole «sacrílego, asesino, carnicero...» y prome tiéndole la muerte (p. 77 [189]). frente a todos, incluso frente a su propia hermana, Oretes expone al pueblo su «acto» y sus propias consecuencias, que asume plenamente, al mismo tiempo que rechaza a los dioses en nombre de la dignidad y libertad del hombre. Sartre culmina su obra con una escena sorprendente, en la que presenta a su principal personaje con aspectos de sobera nía insospechada: convencido de su realeza, de su derecho al trono de Argos, y dirigiéndose a sus «fieles súbditos» de modo solemne: <Estais, pues, aquí, muy fieles súbditos míos? Soy Orestes, vuestro rey, ei hijo de Agamenón, y éste es el día de mi corona ción» (p. 77 t189]). La multitud se halla desconcertada. Pero Orestes aprove cha este momento tan solemne para hacer una proclamación sintética de todo cuanto ha acontecido y de su comportamien to. Por el interés que presenta el contenido de esta proclama ción, en orden al propósito de nuestro estudio, transcribimos lo más importante de la misma: «ENo gritáis más? Ya sé: os doy miedo. Hace quince años justos, otro asesino se irguió delante de vosotros... Me miráis, gentes de Argos, habéis comprendido que mi crimen es muy mío; lo reivindico cara al sol; es mi razón de vivir y mi orgullo, no podéis castigarme ni compadecerme, y por eso me tenéis miedo. Y sin embargo, oh mis hombres, os amo, y por voso tros he matado. Por vosotros. Había venido a reclamar mi reino y me habéis rechazado porque no era de los vuestros. Ahora soy de los vuestros, oh súbditos míos, estamos ligados por la sangre, y merezco ser vuestro rey. Vuestras faltas y remordimientos, vuestras angustias nocturnas, el crimen de Egisto, todo es mío, lo cargo sobre mí. No temáis a vuestros

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz