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LAS MOSCAS 23 Egisto reconoce sus razones. Pero pretende involucrarla, también, en el pecado de todo el pueblo. Pero, como su her mano Orestes, no soporta se nombre a su padre Agamenón y se dirige al pueblo para que supere el miedo que los atenaza, el engaño al que han sido sometidos. Se siente «feliz» (p. 37 [125]). Y pide una señal a sus muertos: A Ifigenzi, su hermana mayor, a Agamenón, su padre, para que se le muestren sí, de verdad, es «sacrílega» (p. 38 [127])... El silencio de sus muer tos es prueba de su razón. Y les provoca a la multitud con su baile. Es danza sagrada: «Bailo por la alegría, bailo por la paz de los hombres, bailo por la felicidad y la vida» (p. 38 E 127]). Es otro mundo contrapuesto al de los muertos: reino del sufrimiento y de la muerte... Electra se siente protegida por los muertos y por su herma no Orestes. Discute con Egisto que la amenaza... Pero, al fin, es Júpiter, que siente perder la base de su poder entre la mul titud, quien, en el último momento de tensión, devuelve la «normalidad» a Argos, restableciendo el imperio del miedo, de los muertos. Quiere destruir la «cháchara de esta chiquilla» y, acudiendo a unos términos mágicos, hace rodar la piedra de la entrada de la caverna contra los peldaños del templo, produciendo el temor entre la multitud... (cfr. p. 34 [128]). Orestes aprovecha la escena para presentarse a Júpiter como el hermano de Electra, instándole a que les deje solos... y éste, encogiéndose de hombros, los deja... (cfr. p. 40 [131]). Sartre introduce un proceso de acercamiento entre ambos hermanos. Orestes, pasando aún por el Filebo de Corinto, del primer Acto de su obra, se le ofrece para llevarla a Corinto, a gozar de la vida tan distinta de la de aquí...

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