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20 DIONISIO CASTILLO CABALLERO El Acto primero termina con el nuevo ruego de Júpiter a Orestes para que abandone, por fin, la ciudad. Pero éste se resiste a ello (cfr. pp. 28-29 [113-114])... B) ACTO SEGUNDO En el Acto segundo, Sartre nos ofrece un cuadro impresio nante de los antecedentes de la fiesta de los muertos. Conside ramos que logra reflejar perfectamente la situación lamentable —rayana en lo burlesco— de la ciudad de Argos, sitiada por el horror y el miedo de lo que va a acontecer. Hasta los más pequeños lo acusan: son víctimas del miedo: «Tengo miedo», dice el niño a su mamá (p. 30 [116]). Pero precisamente el miedo es lo que hace ser personas honradas. Así le instruye en la réplica su mamá: «Hay que tener miedo, querido mío. Mucho miedo. Así es como se llega a ser un hombre honrado» (p. 30 t116]). Dentro de este contexto, Sartre se recrea en pintar el ma soquismo en el que se encuentran los súbditos de Egisto: «Hiedo! ¡Hiedo! Soy una carroña inmunda. ¡Mirad, las mos cas me cubren como cuervos! Picad, cavad, taladrad, moscas vengadoras, revolved mi carne hasta mi corazón obsceno. He pecado, he pecado cien mil veces, soy un albañal, un retrete... » (p. 32 t119]). Sartre recrudece este cuadro negativo recreando a sus personajes, masoquistamente, incluso en lo que aún no ha sucedido: «Todavía no han quitado la piedra y cada uno es ya presa de sus muertos, solo como una gota de lluvia» (p. 31 [117].
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