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MISION DE LOS CAPUCH INOS EN GUAYANA 73 cumplimiento. Ya digo no podemo s atinar cómo no se tienen pr esentes estas noticias, en que se evidencia la imposibilidad de poderse efectuar, que efectuándose de necesidad se sigue el no poder sostener y fomentar la Rvda. Comunidad la reducción de nuestro cargo, singularmente si Vues– tra Señoría tiene presente lo ocurrido al tribunal de V.S. y consta pot autos, con lo cual proveyó el señor Fiscal de esa Real Audi encia y V.S. tuvo a bien el aprobarlo, en asuntos de abastecer de carnes a los coseche– ros de tabaco de la villa de Upata, y que de nuestra parte los socorre– mos como podemos , y más quisiéramo s para evitar los continuos disgus– tos y encuentros con la Real Administración de tabaco, siendo así que ya de antemano, por el antecesor de V.S ., D. Luis de Unzaga, Capitán general que fue de estas provincias, ya por los mismos motivos de atra– so de la Hacienda, tuvo a bien en dar providencias como las mismas y casi iguales circunstancias de las que V.S. aprobó el parecer del Fiscal Protector de indios, el que uno y otro documento que acompañan este es– crito , lo comprueban. Ahora , ¿qué me diría Vuestra Señoría si leyese cartas de algunos religiosos que por falta de caballos padecen ellos y los indios necesida– des, por no poder coger algún novillo y comer un bocado de carne? ¿Y que yo no los puedo socorrer por falta de ellos? Es cierto, señor, que con harto dolor mío, sin poderl o remediar, no puedo dar cobro a las ne– cesidades de algunos pueblos por el motivo expresado, ¿cómo podría– mos, pues, entregar las doce mil reses, cuando nos hallamos sin poder atender y socorrer de carnes a los vecinos de Upata por falta de ellas y de caballos? Ya decimos que no nos podemos empeñar, como se nos quie– re compeler, en dar las expresadas reses, y aun decimos que , si nos quie– ren apremiar en abastecer de carnes a los presidios de Guayana, a las fun– daciones del río Cuyuní , en franquearlas a los cosecheros de tab aco y de– más vecinos a Upata con las fábricas de las minas, y no dejar que se pon– gan en ejecución las sabias providencias expuestas por el señor Fiscal y Capitán general, ya citados , tenemos por infalible se dará por tierra el edificio de nuestra reducción pues el ganado no es infinito. Considérese también que, cuando se hizo el ofrecimiento de las do– ce mil reses, que fue el año de 1777 , sólo contenía la reducción de 7 a 8.000 almas y nos persuadimos que ahora pasarán de 16.000; considé– rese este tan crecido número de indios que del hato se abastecen; calcú– lese los que podemos reducir a pueblo, que sólo Dios sabe el número. Calcule Vuestra Señoría, ¿cómo podremos atender en hacer entradas y fundar pueblos, si nos quitan los medios? Pues los erarios de S.M. hasta

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