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MI SION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 67 cía y sin esperanza del remedio, mientras tanto que los m1S1onerosno estén acordes entre sí para que todos cooperen a un fin, sin mezclarse en materias que tocan al gobierno temporal. He conocido desde luego que las disposiciones del Comisario gene– ral no les acomodan en las circunstancias presentes a los RR. PP. Pre– fecto y Conjueces: que no les conviene a su ideal el que cada religioso haya de presentar en el Capítulo la carta que se manda, jurada y firma– da, de lo que tengan que celar en orden a las misiones, indios, Regla se– ráfica, Constituciones, etc., respecto que de estas cartas podría salir a luz la verdad de los hechos que se han representado acerca del modo absolu– to con que han procedido a fundar pueblos nuevos sin los requisitos sus– tanciales que previenen las leyes, a hacer transmigrar familias de indios de unas misiones a otras contra su voluntad con pérdida de sus labores y sin conocimiento alguno de este gobierno de semejantes procedimientos, que ni ahora lo hubiese tenido, a no ser por la casualidad de las presen– tes desavenencias pero que aun así se pretende oscurecer su notoriedad con papeles subrepticios, con cartas e informes de los apasionados y hasta con respuestas de algunos de los mismos quejosos del sistema actual, que, atemorizados y hostigados de la autoridad de los PP . Prefecto y Conjueces, se han visto obligados a contemporizar y acomodarse aparente– mente a sus ideas. En vista de todo a V.M. rendidamente suplico se digne proveer el remedio que tenga por conveniente y más adecuado a cortar las malas consecuencias que de la continuación de los sucesos referidos y demás abusos pueden seguirse, por un efecto de la real piedad, atenta siempre al mayor alivio de los desvalidos y particular de los pobres miserables indios, se mandó por el padre de V.M., de gloriosa memoria, el que se suprimiesen en esta provincia los empleos de corregidores y capitanes conservadores. No ignoro del todo los justos motivos que dieron lugar a esta providencia, pero permítaseme, señor, el observar, por ahora y de paso, que no han correspondido los efectos, que antes bien han resultado y se han multiplicado nuevos inconvenientes: que los indios pretende– rán a huir del mismo modo al cabo de tantos años y permanecerán en el propio estado de nuevas reducciones sin contribuir al verdadero objeto de la utilidad pública, y esto no por tan incapaces ni faltos de compren– sión, como se suponen, sino por los defectos de su gobierno interior po– lítico, por su separación afectada del trato de los españoles, por la espe– cie de pupilaje o como menor edad, en que se hace particular estudio de mantenerlos siempre, pendientes de la voluntad y disposiciones de sus

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