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60 FUENT ES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA por uno de los operario s evangélicos ajustados , ejemplares y exactos en el cumplimiento de las obligaciones de misionero. Con efecto, habiendo ganado subrepticiamente mi pase, lograron enviarle hasta la fortaleza de la antigua Guayana, desde donde halló medio de pasar a esta capital y ampararse de vuestra real prot ección, de que le dí aviso inmedi atamente a su Prelado, y éste me conte stó oponién– dose y contradiciendo la limitada jurisdicción que en iguales casos tiene V.M., subdelegada en los gobernadores de estas Indias , sin que mis re– petidas , moderadas reconvenciones ni los dictámen es en el asunto del Asesor general interino de esta provincia, que le comuniqu é, hayan sido bastantes para inclinar su ánimo a los medios pacíficos que le propuse de una reconciliación general y sincera entre los individuos de la V. Co– munidad , y de un olvido total de resentimientos pasados , a que ofrecí de mi parte concurrir gustoso y sin limitación . En este estado y, viendo infructuosos cuantos esfuerzos hice para el restablecimiento de la tranquilidad , pasé mis oficios al P. Prefecto y conyúdices, requiriendo en nombre de V.M. y rogándoles de mi parte que, mientras tanto venía vuestra soberana resolución, repusiera al P. Olot en el pueblo o misión de Altagracia, de donde lo habían sacado; pero ellos, inflexibles en su sistema, me contestaron que de ningún modo lo volvían a admitir en las misiones. Aunque tengo bien compren– dido que su resistencia proviene más bien de una tenaz y culpable afec– tación de independencia y oposición a las regalías del Vicepatrono Real, que de una razón legal que hubiese para no acceder a mi deliberación , y que ésta, aunque fuese usando de la fuerza, podía haberla hecho llevar a puro y debido efecto, con todo, hecho cargo de los muchos inconve– nientes que probablemente resultarían de los escándalos, disturbios, al– borotos de indios o verdaderos o aparentados, a que se daría lugar para luego tal vez achacarlos a los desaciertos del gobierno, y deseando ante todas cosas dejar esta provincia en el estado de pacificación y tranquili– dad en que la hallé a mi ingreso a su gobierno, determiné suspender to– do procedimiento y que el P. Fr. Tomás de Olot, que había marcha– do a hacerse cargo de su misión, regresase a esta capital a esperar en ella las órdenes que vuestra real piedad se dignase librar en vista del mérito que produce el cuaderno número 3'?, que en copia acompaña. Los tres expedientes que dirijo a V.M.: el número 1 atento a la fun– dación del hato de ganado mayor y pueblo de naturales de Tumeremo; el número 2, de los motivos que mediaron para conceder el pase a Es– paña al P. Fr. Justo de Barcelona, y el número 3, sobr e que el Pre-
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