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50 FUENTES PARA LA HI STORIA COLONIAL DE VENE ZUELA 255 Entrada a la reducción de indios efectuada por el P. Mariano de Cervera a través de los ríos Caroní, Icabaru, Parcupit y Casicapra (Dolores, 8 agosto 1789). - Copia (C. DE ARMELLADA, Por la Venezuela indígena de ayer y de hoy, Caracas, 1960, 155-160; STRICKLAND, o. c., 48-52). J.M.J. - Passio D.N.J. Christi perducat nos ad gaudia paradisi. Amen. Mi C.P. Jaime: Salud en el Señor. Aun no he favorecido a ninguno de esta Rvda. Comunidad con la suya por no haberla recibido. Yo, el mismo día que mandé los papeles que iban a V.C., verbo de la crónica de esta provincia, me partí para una entrada, y a mi vuelta escribo és– ta por si podré arrancar alguna de V.C. El otro día, sentándome a la mesa, recibí una carta de España, cuya letra no se diferenciaba nada de la de V.C. y estaba tan contento, que apenas comí por el deseo de leerla. Abríla y ví que era de otro amigo mío, llamado Dr. José Fages, Canónigo Penitenciario de Solsona. No sé si vería V.C. la relación de la entrada que hice el año pasado con el P. Bernardino, de San Feliú, la que fue más penosa de cuantas había hecho; mas ésta lo ha sido sin comparación, no sólo por haber sido al rigor de las aguas, sino mucho más por lo lejos, que a mi pare– cer y es cierto que , contando cinco leguas de viaje por cada día, que aunque no en todos se hacían por los malos pasos, pero en buen cami– no hacíamos más y a esta cuenta digo que hicimos 200 leguas de camino. Salimos, pues, del pueblo de las Bocas de la Paragua, día 28 de abril de este año, el P. Félix de Vich y yo, acompañados de 9 españoles e indios del mismo pueblo hasta llegar al número de 100 personas. Fuímonos Caroní arriba y los diez o doce días primeros fueron tan peno– sos por estar el río tan salvaje por sus muchas chorreras y raudales, que a cada paso habíamos de cargar y descargar. Los primeros raudales son uno llamado Urayma y el otro Avarente, en que el río, a más de tener infinidad de islas, demuestra toda su furia y braveza; y allí se nos tram– bucó una curiara y, en pago del bastimento que se nos perdió, tuvimos la fortuna de matar una danta, que ya sabe V.C. que es como un novi– llo, poco menos.

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