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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 35 250 Relación hecha por el P. Mariano de Cervera de una de sus entradas a la reducción de indios por los ríos Chivao, Caroní, Icabaru y Parcupit (Dolores, 16 marzo 1789). - Copia (C. DE ARMELLADA, Por la Venezuela indígena de ayer y de hoy, Caracas, 1960, 149-154). J.M.J. - Mi caro y R.P. Fidel: salud, paz y gracia en el Señor. Recibí su muy apreciada, fecha 2 de agosto de 1788, en que ha– bía María Santísima saludada. A la verdad, no sabemos cómo agradecer a Vuestra Caridad Muy Reverenda tanto consuelo como recibimos con sus cartas en tiempo de tanta tribulación. Me alegré mucho de que llegara a sus manos la que le mandé a la señora Teresa Parés y que a V.C.R. le causara alegría la entrada de indios que hicimos con el P. Antonio; y, si ha de ser recom– pensa de su buen afecto el causar yo a V.C.R. alguna alegría, vamos por otra entrada que hice por junio y julio de 1788, con el P. Bernar– dino de San Feliú. Esta entrada se hizo para colocar los indios que se cogiesen, en la misión de Santa Magdalena, en el sitio llamado Currucay, cuyo Presiden– te es el P. Bernardino de San Feliú. Yo salí de ésta de los Dolores a primeros de junio y a los dos días llegué a la misión de las Bocas del Patagua, donde fui muy bien recibido de mi camarada el P. Félix de Vich. Aquí estuve algunos días buenos, previniéndome para los malos, que habían de venir, porque ya tengo experiencia que en semejantes viajes suele acudir muy a menudo la que llamamos casussa. Fuíme después a Santa Magdalena donde me esperaba el P. Ber– nardino, que ya sabía el día de mi llegada. Dispuesto todo lo necesario de víveres, embarcaciones, armas y mu– niciones, a los tres días emprendimos el viaje. Venían con nosotros seis soldados de escolta y los demás eran indios de la misma nación arina– gotos, hasta hacer el número de 40. Nos embarcamos allí mismo porque la misión está a la orilla de la Paragua. Atravesamos éste y nos metimos a un río llamado Chivau, que está delante de la misión. Navegamos cinco días muy bien porque el río estaba muy bueno. Al quinto día llegamos a un raudal llamado Mura donde estuvimos cin-

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