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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 311 defenderse y librarla de los inminentes peligros de ser sojuzgada de las intrig as, que no han sido pocas, y fuer zas de los insur gentes. Señor: estando ya la capital libre de los dichos próximos peligros, sería una temeridad en gran manera perjudicial a todos los indi os de estas misiones y aun muy peligrosa a la misma capital y provincia y opuesta a las piadosas reales intenciones de Vuestra Majestad el pedir o procurar a requerir el Ilu stre Ayuntamiento de la capital por medio de vuestro Gobernador, más vacas para el abasto de su vecindario , pues el matar las vacas, que son las que fecundan y mantienen los hatos, es tirar a desolar la tierra. El hato de ganado vacuno de estas misiones nunca había abaste– cido de carnes a otras partes sino a sus pobres indios de todas ellas, que son más de veinte mil, al vecindario de la villa de Upata en lo que le falta, pues algunos vecinos a veces matan algunas reses suyas propias, y a las tropas de los castillos de la antigua Guayana; pero desde el año de mil ochocientos once, en que empezaron las revoluciones e intrigas de los insurgentes y los peligros de pervertirse los habitantes de esta provincia , ha hecho tantos esfuerzos esta vuestra Comunidad hasta el próximo mes pasado, para defender y mantener firme y constante en su fidelidad a la capital, que sólo los temores de perderse la santa reli– gión católica en esta provincia, puede aquietar las conciencias de los re– ligiosos misioneros y servir de descargo ante Vuestra Majestad, pues ha sido tanto lo que hemos hecho gastar de lo necesario a estos pobres indios, y lo que los hemos hecho trabajar para abastecer de todas espe– cies de víveres, especialmente de carnes, a la capital y demás puntos de defensa y para impedir la entrada de los enemigos al recinto de estas mi– siones, que si la economía del Ilustre Ayuntamiento y vuestro Gober– nador se descuida en adelante un poco más en bu scar recursos a otras partes y a otras especies de víveres, experimentaría que entre br eve tiempo no habrá recurso alguno a estas misiones para legumbres ni para pan o casabes que es el pan de esta tierra, ni para carnes ni para lo demás necesario para una confiada defensa y seguridad si viene otro acaso. Y, a tal descuido, las resultas serán que a otra menor entrada de insurgentes a estas partes de la provincia, cercanas a la capital y a estas misiones, o la menor ocurr encia de guerra de extranjeros, quedará la capital y estas misiones y de consiguiente la provincia, por falta de este recurso, sojuzgada y perdida, según el concepto que ellos mismos ex– presan en su acta y auto citados.

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