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32 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUEL.\ netos se pudiese impedir, particularmente en los que se fundasen de nuevo, por haber acreditado la experiencia , a lo menos en estas partes de América , que los indios, mientras los mantienen separados del trato común y general, nunca se apartan enteramente de las ideas de sus an– tiguas supersticiones, antes bien permanecen con muy corta diferencia tan rústicos y poco racionales como cuando salieron de sus selvas, aun– que no sin transcendencia y bastante astucia para lo malo. Comercio por Meta y Apure . Con dolor se ven malogradas las ven– tajas que brindan al Orinoco los ríos de Meta y Apure por falta de am– pliarles un giro regular a sus habitantes con la capital de Guayana, giro que en otros tiempos no muy remotos, mientras estuvo corriente, rin– dió él solo a las cajas reales más que al presente todos los ramos juntos, y a la población muy considerable aumento, como lo patentifican la vi– lla de Caicara y otras que deben su tal cual incremento a aquel corto tiempo de franquicia, y la capital, muchos de sus vecinos que bajaron de Barinas y otras partes a establecers e, y que, cesando este comercio, cesó su concurrencia, y aun se retiraron varios, perdidas las esperanzas del adelantamiento que solicitaban; y, no obstante que por real cédula de creación de la comandancia de Barinas , se reúne expresamente su co– mercio por Apure al de esta provincia hasta el presente, sin embargo de haber pasado algún tiempo, es poco lo que se ha adelantado del es– tado en que antes se hallaba. Debe consistir esto sin duda en la falta de fondos de los registros de Guayana para los retornos, pues sin éstos no pueden experimentar ventajas los habitantes de una ni otra provin– cia, viéndose por esta razón los de aquélla en el sensible caso de ma– lográrseles algunos frutos que pudieran aprovechar con utilidad si el giro de España a Guayana estuviese corriente . Los mismos o mayores perjuicios reporta el comercio por el río de Meta, respecto a la distancia en que se hallan aquellos habitantes de los puertos del reino de Santa Fe y de su capital: que por los costosos transportes por tierra, no se empeñan en adelantar sus labores todo lo que pudieran, cuando sin disputa la pingüedad de aquel suelo pudiera producir copiosas cosechas de trigo, añil, algodón, lanas, cueros, cor– dobanes, azúcar, etc., con que engrosar últimamente este comercio y el directo a España por la vía del Orinoco, los que por falta de este giro están sin más salida que lo que emplean en sus fábricas de mantas, col– chas, lienzos de algodón y otros renglones ordinarios para el consumo interior, de que bajan de tarde en tarde porciones cortas y alguna ha– rina y azúcar a esta provincia, retornando su producido en dinero efec-

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