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306 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENE ZUELA por su perentoria precisión de haber de marchar con su expedición de tropas para la villa de Caicara, tomar los informes pedidos tan extendi– damente, ni dar un testim onio tan perfecto como deseaban los tres di– putados. Décimo y último documento. - Con la foja octuagésima séptima em– pieza y obra hasta a la última nonagésima sexta el testimonio del auto de vuestro Gobernador, con que éste, en fecha de 27 de febrero de mil ochocientos dieciséis, convencido de la verdad de las razones de todos los documento s hasta aquí apuntados, determinó la suspensión de la ejecución del decreto de las Cortes, mandando se prosiga en el gobierno de las reducciones de indios del cargo de esta vuestra Comunidad con– forme a lo determinado por Su Majestad en las dos reales cédulas de siete de septiembre de mil setecientos noventa y siete, y diecinueve de noviembre de mil ochocientos cuatro, hasta que Vuestra Majestad re– suelva en contra. Con este auto confirma vuestro Gobernador la verdad de los buenos informes de esta vuestra Comunidad y reducciones de indios de su car– go, que recibió del Ilustre Ayunt amiento de la capital y demás perso– nas de su satisfacción , con que tuvo oportunidad de informarse, com– parándolos con los que ha experimentado en el corto tiempo que reside en esta provincia; todo lo que es digno del real conocimiento de Vues– tra Majestad. Pero, poderoso señor: respecto a algunos asuntos insinuados por el Ilustre Ayuntamiento de la capital en su citada carta y por vuestro Go– bernador en su auto citado, se ve esta vuestra Comunidad en estrecha obligación de exponer a Vuestra Majestad, aunque sólo puede breve– mente, los graves perjuicios que, según sólidas conjeturas de repetidas experiencias, resultarían de los dos siguientes asunto s, no sólo contra estos pobres indios y misiones de su cargo sino también por varios consiguientes contra vuestra real corona en esta provincia de Guayana, y aun contra la misma capital. El primer asunto consiste en que el Ilustre Ayuntamiento, según se observa en los últimos renglones de su acta, aspira a persuadir a vuestro Gobernador la necesidad o conveniencia de establecer y ave– cindar españoles honrados y de buena conducta en los pueblos de estas misiones del cargo de esta vuestra Comunidad. Ojalá, señor, que se ha– llaran en abundancia tales hombres de buena conducta, pero lo cierto es que a gran precio o sucido (sic) de plata los buscan continuamente los misioneros y no los hallan, a excepción de alguno u otro que en las

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