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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 301 época presente, que por ello se ha salvado de su inminente ruina y per– dición, como lo prueba la voz pública, por el testimonio auténtico que de ella han dado el Ilustre Ayuntamiento de la capital y vuestro Go– bernador . Por tanto, habiendo sido meramente supuesto, no realmente ver– daderos, los motivos que D. José de Olazarra expuso a las Cortes de Cádiz en nombre del Rvdo. Obispo de Guayana y después a Vuestra Majestad para alcanzar el decreto de aquéllas y vuestra real orden , y, habiendo justamente él faltado a informar del verdadero estado de esta provincia de Guayana y su diócesis o de las gravísimas circunstancias que lo mudan respecto a esta vuestra Comunidad y reducciones de in– dios de su cargo, como se manifiesta en el expediente que acompaña las presentes, y principalmente, no habiendo prevenido los graves perjui– cios que de la ejecución del dicho decreto podía fácilmente resultar, claro parece que de par te de D. José de Olazarra o del Rvdo . Obispo, fueron el dicho decreto y real orden subrepticios e írritos. Confortada esta vuestra Comunid ad con la verdad y justicia que le asiste de las razones hasta aquí dichas y van extendidas en las contes– taciones que hizo a vuestro Gobern ador y Rvdo . Obispo, determinó, para confirmarlas, enviar a la capital de Guayana, como lo hizo , tres religiosos individuos de ella con facultad para suplicar a vuestro Go– bernad or se dignase tomar informes con el mejor modo que hubiese lugar en justicia, de cualesquiera personas de su satisfacción y princi– palmente de vuestro Ilustre Ayuntamiento de la misma ciudad de Gua– yana, para que se manifestase ser esta vuestra Comunidad exenta y li– bre de los males que en lo moral y en lo político hayan en alguna par– te afligido a esta provincia, y del deshonor que se le haya podido im– putar por las palabras de los dichos males estampadas en el decreto de las Cortes, atribuid as en general a todas las reducciones que no son entregadas al Ordinario eclesiástico, puesta la mira a la buena fama de esta Comunidad o a su buena conducta de vida religiosa y misionaría y méritos que en lo natural y político tengan los indios de las reduccio– nes de su cargo, y justamente que se declarase lo que cada uno de los informantes , a quienes tuviese satisfacción de preguntar, conceptuase acerca de los graves perjuicios que se seguirían de la ejecución de los par– ticulares asuntos del decreto de las Cortes. Vuestro Gobernador, por hallarse entonces muy ocupado en mu– chas e indispens ables correspondencias de correo y en ordenar y arre– glar la expedición de tropas y demás fuerzas armadas, que debía mar-

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