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MISION Dll LOS CAPUCHINOS IiN GUAYANA 31 que por varias casualidades no tuvo entonces efecto, ni después, y se hace presente en esta ocasión como un arbitrio favorable al asunto de que se trata, y que en ningún tiempo pudo tener mejor aplicación que ahora, pues, en este alivio y tal cual principio de fomento, se animarían algunas pobres familias a establecerse en las fundaciones, a quienes lue– go que tuviesen casa poblada, se les distribuirían a prorrateo y propor – ción de su número de 25 a 30 o más vacas con sus correspondientes to– retes a cada familia, con la condición de que no pudiesen matar, ven– der ni enajenar hasta pasados lo menos tres años, para que de esta suerte, además de hallarse después con una mediana comodidad, se lo– grase con el multiplico en poco número de años la extensión de las po– sesiones y mayor ocupación de los terrenos. Conseguida ésta en los términos propuestos desde Carucina hacia adentro y fundada la última villa de españoles en el paraj e señalado, re– sultaría una barrera de no poca seguridad contra las correrías y per– judicial trato de los holandeses; se haría transitable el país por caminos abiertos para la correspondencia mutua de los labradores con los criado– res y entre los pueblos, y se facilitarían las demás exploraciones que se quisiese y conviniese hacer por las grandes sabanas que tiran al sur, y por esta misma dirección se iría a dar con los parajes del establecimien – to, o como república independiente de los negros levantados fugitivos de Esquivo y Surinam; y como éstos lo que pretenden es mantener su libertad, podría serles grato el que de nuestra parte se ofreciese con– servársela bajo de ciertas condiciones que podrían redundar en mayor aumento de la población, pero con las precauciones y desconfianzas que requiere siempre usarse con semejante casta y cualidad de gentes . Y, finalmente, se lograría la reducción de tantas naciones de indios gen– tiles que habitan este dilatado centro, los que, viéndose estrechados por todos lados, se darían a partido, que de otro modo es imposible pueda conseguirse en mucho tiempo y con muy crecidos gastos. Las noticias de los progresos de las nuevas fundaciones animarían probablemente a muchas familias de los distritos de Caracas, Cumaná y Barinas a venir a establecerse en los terrenos del presidio abajo o en los de la capital, donde se aplicarían a la labor o cría de ganado, a que generalmente propende la mayor parte de estas gentes, a quienes del mismo modo que a los primeros fundadores se les repartirían solares y tierras, con lo que se aumentarían los vecindarios españoles, y, a su vista y ejemplo, se civilizarán los naturales, inclinando a éstos a vivir en los pueblos de aquéllos y viceversa, sin que por parte de los misio-