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280 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA del pueblo de Tapaquire en la invasión de los insurgentes en Guayana. La disposición soberana de V.M., de cinco de enero del año anterior, sobre que se velase de las propiedades de los naturales, no ha tenido efecto más que en circulación, ni la constitución en el artículo 335 lo tendrá, si no sale expresamente un reglamento de las misiones del Ori– noco que han pasado, y pasan en lo sucesivo, del término de la ley. Yo, señor, tengo mis hijos en aquella provincia y, aunque por mi instituto todas las Españas es mi patria, no quisiera se transformasen algún día en vivoreznos contr a su madre y padre que intensamente los ama; mu– chas veces, señor, la patria prevalece a la sangre cuando se ve ultrajada por la arbitrariedad y vicios de que tantas quejas han tenido y de que todos hemos padecido más y más los aproximados al trono asiático de Godoy y de que V.M., conociendo su justicia, ha procurado alentarlos con la uniformidad de derechos. Vuélvanse, pues, los suyos a aquellos honrados y fieles naturales, al Obispo de Gu ayana y su juventud adulta española, que, violando su vocación sacerdotal, no les queda más refugio que el dolor y el senti– miento contra sus opresores, que, reducidos a la conveniencia personal, han olvidado la misión espiritual. El vuestro gobernador militar y políti– co de Guayana, Coronel D. José de Chartre, en sus instrucciones que me confirió, propone a Vuestra Majestad un medio en que, omitiendo los extremos, sólo procura a la conciliación: ésta conviene como dicta de una prolongada experiencia para evitar los males que, arraigados len– tamente, claman a medidas prudentes para evitar los desórdenes que deben temerse y proveerse, y cuyo plan acompaño a V.M. por si en al– guna parte hallase digno de su soberana discusión. Cádiz, 27 de noviembre de 1812. Señor: José de Olazarra (firma y rúbrica) NOTA. He querido recoger aquí este documento que refleja las pre– venciones, aun del Obispo, contra los misioneros de Guayana, aparte de las afirmaciones en un todo gratuitas, inexactas y aun calumniosas lanza– das por el comisionado Olazarra. El Prelado, sin tener en cuenta las cir– cunstancias políticas ni tampoco la situación de los indios, etc., quería a todo trance se le entregasen los pueblos misionales para poner en ellos sacerdotes seculares, pero ¿dónde encontrar éstos cuando ni siquiera dis– ponía de número suficiente para los pueblos de españoles? Aparte de otras

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