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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 279 Por la segunda copia de la real orden de 19 de octubre de 1777, expedidas en San Lorenzo, se tocan las persecuciones sufridas por los es– pañoles en los nuevos e importantes establecimientos del Parime , cu– yo grave defecto tiene descubierta la provincia y sucesivamente gran parte de las provincias meridionales de Ultramar por la usurpación de diversas naciones extranjeras, y de que por el ningún celo de nuestros misioneros en internarse y de que sólo podía autorizarse por un gobier – no tan malo como inepto, nos han quitado ya sobre 7.600 leguas cuadra– das superificiales marítimas de veinte al grado, y nos quitarán el resto con incalculables perjuicios a la nación, si V.M. no reforma perentoria– mente los males que la blanda vida y la venalidad nos han acarreado en el sistema actual de misiones. Por la tercera y última copia, expedida en Madrid a 31 de ene– ro de 1792, se ve el parte dado al gobierno por el director de ingenie– ros, Gobernador de Guayana, D. Miguel Marmión; por él se nota no tan sólo un hecho sensible de que por moderación omito, sino el origen por que acontecen, a lo que courren las familias españolas, los efectos contrarios experimentados en la cesión del gobierno económico de los indios a los religiosos, y otras circunstancias que deben excitar la aten– ción de Vuestra Majestad por haber sido Marmión un sujeto tan ínte– gro como sabio en lo militar y político, según la opinión de los que le conocían y de que las suprimo, manifestando a V.M. que, de cuanto trabajó en beneficio del Estado y aquellos infelices habitantes, nada pu– do lograr de nuestra corte y así es que adolecen aquellos naturales la va– ra más dura que pueden sufrir los mortales, la que nos es tan transcen– dental a los españoles, sin poderse libremente establecer en este impe– rio exclusivo feudal capuchino ninguna familia nuestra, cuyos religiosos jamás han considerado los males que les puede originar esta política mu– sulmana, al contrario a mi propartida de Guayana querían usurp ar los terrenos de los Astudillos en la villa de Upata, sus conocidos poseedores. Esta conducta no tan sólo les atrae la justa indignación de los hi– jos del país sino de todo español de la península, que no tenga int erés personal con los religiosos, sus síndicos y parciales, de quienes nada hay que esperar más que los frutos acibarados de su servilidad. Vuestra Ma– jestad con su sabiduría conmemorará los males atraídos a la misma Re– ligión santa de nuestros padres por la conducta de los directores espiri– tuales de Alemania y de los ejemplares funestos y recientes en la con– ducta de algunas provincias de Ultramar para desvanecer toda idra (sic) que los exalte y moleste y de que dieron positivo ejemplo los naturales

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