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278 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA pañol celoso, cuyo nombre detestan en tal grado, que no pararon en los años de 1804 hasta arrojar por real orden de sus misiones dos familias, únicas labradoras que había en las mismas, se analiza el origen de esta funesta conducta identi zada por la más prostituída en la religión cris– tiana. El gobernador Centurión, uno de los que reconoció el mérito de aquel inmenso país, el que dio el primer paso a su felicidad, no mereció más que denuestos y baldones de los que, olvidados de la caridad de San Francisco, sólo fijaban su felicidad en los bienes temporales; por éstos lograron la conducta doblada cual se manifiest a en la Audiencia de San– ta Fe, en su sentencia de revista tergiversada con la violación que de– clamó Centurión, provenido por los diezmos que reclamaba el oficial real D. Andrés Oleaga y de la administración en que se pusieron sus grandes haciendas y de que infructuosamente trabajó aquel celebrado gobernador para convencer a nuestra corrompida corte sobre los vicios de subrepción, con que ganaron la real cédula y provisión, tan contradic– toria como escandalosa, y los adelantamientos que hubo en otras ma– nos en el corto espacio de 15 meses, ascendiendo a 20.000 reses vacu– nas, 1.561 bestias caballares, 34 mulares, 100 almudes de tierra con varios plantíos de sementeras, porción de casas nuevas y 52.260 reales vellón en metálico, y aunque Su Majestad pidió informe al gobernador sucesor D. Antonio Pereda sobre diversos particulares cuales se notan en la real cédula de 26 de noviembre de 1778, 20 .000 fuertes, según se asiente en el público, que dieron los misioneros capuchinos al goberna– dor y secretario, pudieron informar a su discreción. Sea lo que fuere sobre su evidencia, Vuestra Majestad podrá dedu– cir por los efectos las causas para haber quedado oscurecidos hasta el pre– sente y en la serie dilatada de 88 años los imprescriptibles derechos de los naturales y españoles con los de la curia eclesiástica. La adhesión de Pereda a la causa de los misioneros y su malignidad contra los indios se traduce en la falta de cumplimiento a la primera real cédula de 26 de julio de 1777, de cuya infracción tuvo que quejarse nuevamente al rey el ultrajado Centurión, como también el manejo del bajá del Ori– noco, cuando se pudieron robar de los autos la respuesta fiscal y senten– cia pronunciada por la Audiencia de Santa Fe, de que induce mala pre– sunción cuando Pereda lo da a entender en su auto de 8 de mayo de 1779 en la cláusula "testen si los hubi esen", con relación a las ofensio– nes irrogadas a su antecesor.

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