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28 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA lización que se desea, por más que se fatiguen los religiosos en darles a conocer cuánto les importa la vida sociable y cristiana, pues, no te– niendo particular arraigo de bienes y contentándose con una corta la– branza de maíz, casabe y algunas raíces para el preciso sustento, todo lo demás lo miran con repugnancia y como sujeción, de que huyen cuan– to pueden para entregarse al ocio y al libertinaje, con no poco riesgo de los mismos misioneros que quieran contenerlos. Estas misiones , manejada s bajo el sistema económico que hasta el presente se ha seguido, sin que por esto sea, según toda probabilidad, el más acertado ni deje de tener que enmendar a mayor beneficio y uti– lidad común de la provincia, son no obstante las más bien provistas y las que se hallan mejor asistidas. Los Padres Observantes, como se acaba de decir, tienen a su car– go los pueblos que hay fundados desde la capital hasta San Carlos de Río Negro, habiéndosele s entregado últimamente los que gobernaban los Jesuitas expatriados, que, hasta fines del año de 85, estuvieron sin ministro apostólico , como igualmente los del alto Orinoco y Río Negro, en donde los naturales son más laboriosos, hacen sus buenas semente– ras para su alimento, cosechan cacao silvestre, algunas resinas, frutas y especies aromáticas que venden a los españoles, con otros varios ren– glones, que dan a conocer su ambición al interés y lo que han adelan– tado con el trato y comunicación que han tenido con la tropa . La caren– cia de carne de vaca en aquellos parajes la suple la pesca y abundante cacería que encuentran en sus selvas; éstas, según noticia, abundan de maderas exquisitas de diferentes cualidades que no se hallan en el resto de la provincia el todo de su variedad, pero se hace muy difícil y costoso su transporte por los muchos malos pasos de raudales y arrecifales y gran distancia que media a esta capital. El partido de Guirior de día en día va en mayor decadencia y ani– quilándose el número de españoles y naturales que lo habitan. El corto destacamento de tropa que guarnece este puesto , experimenta mucha carestía de víveres a excepción de casabe y plátanos y éstos nada abun– dantes; carecen de ganado vacuno y, para conseguir alguna vez carne sa– lada, necesitan enviar a Barceloneta, en distancia tan larga y penosa, que llega, sí no corrompida, de muy mala condición. La numerosa gen– tilidad que hay en aquellos montes, dan muestras algunas veces de que– rer volver a su antiguo orgullo, saliendo de cuando en cuando a insul– tar a los poblados y españoles, con quienes han tenido en el año pasado

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