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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 267 dad de los ministeriales los sostenían: que estos vampiros del jugo de la nación han burlado todas las sanas morales y políticas intenciones; haciendo la indicación de que, si el informante fuera a analizar, ha– blando en conciencia y honor, sobre la conducta política de los religio– sos misioneros del Orinoco, asentiría y probaría plenamente que los unos por un sistema de comunidad jesuítica y los otros de dispersión errónea, han traído, después que pasaron del término de la ley, males incalculables a la misma religión santa, a la población, a la agricultura, comercio, erario y al Estado, pues, si se hubiera procurado a la cul– tura de los infelices naturales, cumpliendo con su instituto y penetran– do hasta las Amazonas, linderos del sur de esta admirable y vasta pro– vincia, no estaría llena de millones de almas indomesticadas ni a peli– gro de que la posea ninguna nación extranjera, a cuya posesión aspiran con vehemencia. También el oficial manifestará que si ahora treinta y cuatro (años?) el nunca bien elogiado y laborioso director del Real Cuerpo de Ingenie– ros D. Miguel Marmión asintió que, si durante el intervalo mediado desde la expulsión de los Jesuitas hasta el año de 1788, en que escri– bió, fueron mejoradas las misiones por los soldados ( ? ) , desde dicha fe– cha nada han adelantado sino sorberse los sínodos de 4.000 reales vellón anuales cada uno ( ! ) , dedicándose a negociaciones particulares y sin mirar por el fomento de sus pueblos, su cultura ni la reducción de los silvestres, origen radical de su decadencia y del ínfimo número mil (?) almas en veintiocho pueblos, que cuestan al erario otros tantos mil fuertes anuales y causa primaria de que los portugueses hayan coloca– do la fortaleza en el Río Blanco a tanta interioridad en su navegación, pues, si se hubieran extendido con celo en el transcurso de tantos años hasta Aguas Blancas y el mismo Río Blanco, y los Capuchinos hasta las cabeceras ya del río Caroní y Esquivo, no se hubiera dado margen a tantos males cuales puede experimentar la nación en poder de los ex– tranjeros; sin embargo, hablando de los RR. PP. Capuchinos catalanes, le precisa al gobernador de Guayana confesar, en obsequio de la verdad, los extremos viciosos que nos han reducido a nuestras miserias y peli– gros, proponiendo los lenitivos más justos y benéficos para en lo su– cesivo adquirir las mejoras tan necesarias. Los Superintendentes y sus subalternos que no conciliaban más que por la real hacienda, pretendían derribar funestamente, lo que no se puede negar al mérito de los PP. Capuchinos, lo que éstos debían a su economía y sistema bastante particular; de este extremo vicioso se

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