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26 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA abundantísima cosecha de aceite, de bastante buen gusto y de mucha utilidad y poco costo. Para la subida del río favorecen los vientos !estos o brisas que reinan ocho meses del año. Desde junio inclusive hasta fines de septiembre, que es el tiempo de las fuerzas de las aguas, se ex– perimentan muchas calmas y corrientes muy rápidas; para subir se na– vega en popa, y para bajar, barloventando. En río bajante las mareas vivas son sensibles, aunque poco en la capital ; en Panapana aumenta un pie de agua; en Fajardo, dos, y a proporción según se aproxima a la mar. Entra y sube la marea con la misma rapidez de corriente que baja, y, cuando está llena, queda cuasi sin movimiento, pero en el instante en que rompe a vaciar, faltan de pronto las aguas que había aumentado. De los ríos que desaguan en el Orinoco los que merecen más aten– ción, por el caudal de sus aguas, por las proporciones que ofrecen de un comercio útil, activo y de mucha extensión con las provincias que ba– ñan y por las comunicaciones que facilitan hasta lo más interior de és– tas, son Meta y Apure. El Meta, desde su boca hasta las primeras poblaciones del reino de Santa Fe en Macuco, próximo a los llanos del gobierno de Santiago de las Atalayas, está bastante desierto, o cuando más poblado de indios guajivos, nación volante, incapaz de sujeción, cobardes y muy traido– res. Este río se navega en lanchas en todos tiempos y, aunque tiene varios arrecifales, son de poco peligro, por ser de calidad arenosa de poca resistencia o dureza. En el verano tiene continuas brisas muy fres– cas, y en el invierno, calmas y mucha corriente, pero por los remansos de las orillas y derrames de las sabanas se navega con menos impedi– mento. Suelen bajar algunas veces los reinosos con cargamentos de hari– nas, azúcar, lienzos de algodón, paños de mesa, hamacas, trezados y otras producciones de aquel país, que venden en esta provincia y la de Caracas, con bastante utilidad, y retornan su producido en dinero efec– tivo. Apure. Tiene sus cabeceras en el reino de Santa Fe, cerca de la ciudad de Nueva Pamplona, en la serranía de donde baja bañando los llanos de Casanare y engrosándose con varios ríos que le entran: el de Santo Domingo, de la provincia de Barinas, el de la Portuguesa que la atraviesa y hace comunicable la jurisdicción de Guanare, y otros me– nores, con que desemboca por distintos caños en el Orinoco, a los siete y medio grados de latitud y 80 leguas, poco más o menos, de Gua– yana. Por él hace algunos años que está corriente la navegación, hasta las Nutrias en Barinas, y en sus márgenes tienen los vecinos de Cara-

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