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MlSION DE LOS CAPUCH INOS EN GUAYANA 229 3. - Supone que hay otros emolumentos de las labranzas particula– res de los indios, como y también del producto y siembra de comunidad, que, como dice, todo entra en la procura, dando a los indios en pago herramientas y otros utensilios. A esto se dice que el producto de siem– bras de particular de los indios corre a cuenta de los mismos indios; el producto de las siembras de comunidad corre a cuenta de cada pueblo en particular , a la dirección del R.P . misionero del mismo pueblo, quien con la mayor critiquez lo invierte en las necesidades de los in– dios, como en vestir, proveer de herramientas, para fábrica de la igle– sia, ornamentos y satisfacer el sueldo que, por falta de soldado de es– colta, da el religioso al hombre español que lo sirve de custodia, cuan– do lo halla; de modo que la procura y el Procurador no tienen otra ga– nancia que el trabajo de agenciar lo que necesita el pueblo. 4. - Que de los 150 pesos del sínodo sólo les dan a los religiosos 100 o menos, en comestibles los más delicados y en algunos géneros, quedando lo restante a beneficio de la Comunidad. Digo que el producto de los sínodos sirve primeramente para la oblata, esto es, para pan, vino y cera para las misas y culto divino, sir– ve para algún alivio para los misioneros , como bizcocho, aceite y alguna otra cosa comestible , que, cuando se halla, se da y muy parcamente , co– mestibles delicados para misioneros, pero no para el común de las gen– tes de nuestro estado; sirve para vestido y calzado el más ordinario ; sirve para satisfacer el trabajo en servicios de la molendera del cacao, lavan– dera, muchachos de la cocina, monacillos de la iglesia y los que acom– pañan al religioso en los viajes, etc., y, no siendo para esto suficiente el sínodo, se suple del trabajo de los indios, y mayormente , no habien– do cobrado dicho sínodo de esta parte de 13 años, se ha suplido de sus sudores , siendo los gravosos contra la voluntad del monarca, como manifiesta la misma real cédula. 5. - Que sin embargo de ser tan antiguas las misiones, se hallan los indios tan rudos e ignorantes en la religión, ramos de industri a y tra– to civil, como cuando salieron de los monte s, y que ni aun les dejamos hablar la lengua española. Digo, para probar lo contrario, que el testigo de mayor excep– ción, que es el Ilmo. Obispo actual, vio en su llegada en esta provin – cia, en su primer recibimiento, y lo experimentó en su venerable per– sona, un acto de religión y de cristiana civilización de nuestros indios , de que Su Señoría Ilma. con certeza inferir no estar los indios de nues-

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