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MISION DE LOS CAPUCHIN OS EN GUAYANA 157 A nosotros no nos han faltado también nuestros trabajos ni nos ha dejado Dios nuestro Señor de ejercitar nuestra paciencia con la falta de la limosna de los sínodos, que hemos tenido y tenemos; de cuyas re– sultas hemos sufrido la falta de algunas cosas. Luego asaltó a nuestros indios la epidemia del sarampión, de cuyo murieron cerca de dos mil. Y como el Padre misionero ha de ser el todo para el todo, tanto para cu– rarles el alma como el cuerpo, no ha habido pueblo en donde el Padre Presidente no haya tenido mucho que trabajar y que sufrir. En este in– termedio cayeron cuatro Padres enfermos, pero los de mayor cuidado fue– ron el P. Fr. Felipe de Verdú y Fr. Antonio de Villanueva de Sau, de unos dolores de estómago y extorsión de tripas tan extraordinarios, que llegaban al parecer al último extremo y por esto fueron oleados, pero, por fin, al cabo de dos o tres meses, se restablecieron. Después inmediatamente se huyeron 160 almas del pueblo de Tu– meremo por miedo de la enfermedad del sarampión. Al cabo de algunos días se huyeron todos los indios de la misión de Avechica sin quedar en ella alma viviente, dejando solo al P. Fr. Matías de Tivisa, que era el Presidente, lleno de mortales tristezas como se deja considerar, de suerte que fue un milagro no muriese de sentimiento. Al mes y doce días de la referida tragedia hicieron lo mismo de huirse los indios de la misión de Santa Clara, de donde es Presidente el P. Fr. Diego de Palautordera, dejando sólo una criaturita huérfana de tres o cuatro años. También se huyeron algunos indios de la misión de Ayma y muchos más de la de Puedpa , dejando en movimiento y consternación las once misiones que contiene la misión guaica. Mas, gracias al Señor, que, con las eficaces providencias que di y con el auxilio que nos dio el Sr. Gobernador, se van apaciguando los indios y recogiendo algunos de los fugitivos y con esto. . . habido de destruirse los pueblos. Ahora han entrado en ésta de Caroní las viruelas que son en esta tierra peste máxima para los naturales y si se extienden por las otras misiones, estamos muy arriesgados a quedar sin indios, lo que Dios nues– tro Señor no permita por su infinita misericordia. - Caroní, 10 de julio de 1795.

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