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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 141 por la misma real orden, ni menos por medio de los religiosos particula– res, pues éstos, o bien por adictos unos al arcano con que se manejan aquellos fondos, o bien otros por el temor de incurrir en el desagrado e indignación de su Prelado, se negarían sin duda , como lo tengo com– prendido, a dar al gobierno ninguna noticia ni razón que les pidiese, y mucho menos el mismo Prelado , Conjueces y religioso Procurador. También es cierto que dichos fondos corren en el público con el tí– tulo y nombre de comunidades de los indios, pero , si se ha de hacer juicio de ellos por sus efectos exteriores , no se nota que particip en de sus producto s según la desnudez y miseria con que se presentan en esta capital, ni en ella hay noticia que en sus pueblos gocen siquiera de una mediana comodidad, consecuente a la mejoría y abundancia que se su– pone en dichos fondos a que son muy acreedores por justa recompensa de sus trabajos personal es; de que se deduce que nada participan de sus productos y que del todo ignoran su manejo, bien que por otra parte, por lo general, se reconoce esmero en dichos religiosos en la decencia y ornato de sus iglesias, en que desde luego se comprende entrarán a la parte en la inversión de sus productos . Los sínodos que en reales cajas están asignados a estos religiosos, se manejan por el mismo orden, sin que el gobierno de la provincia ten– ga conocimiento alguno de su distribución , y de consiguiente no me es posible formar cabal idea en cuanto al punto que en su sistema propone el Intendente de Caracas en el punto de si se les haya de continuar o no la satisfacción de dichos sínodo s, dejando diferida su subsistencia a la sustancia de los productos de aquellos fondos, ínterin no se tome el co– nocimiento interior y específico que exige la materia como dejo arriba explicado, pero no dudo que su suspensión causaría disgusto a los reli– giosos y tr abajarían con tibieza en su ministerio , mientras que por otra parte no viesen asegurada su competente sustentación, en la que por lo regular cada religioso, aun en el actual sistema de su gobierno, observa una frugalidad tan estrecha como la más se advierte entre sus claustros , y en todo lo demás, a proporció n , igual pobreza en lo personal; a que se agrega que, si se ha de estar a lo que ellos mismos dicen acerca de los productos de aquellos fondos, sus utilidades aun no alcanzan a subve– nir a los gastos que tienen , así para la conservación de los mismos fon– dos como para las urgencias de los mismos pueblos y de sus iglesias y pa– ra las entradas a nuevas reducciones y otros gastos extraordinarios, que se les ofrecen en concurr encia para la conservación del todo de sus mi– siones.

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