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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 139 que las más de ellas se contraen a sistema de pueblos constituidos ya en doctrinas sujetas en todo lo espiritual a la jurisdicción ordinaria eclesiás– tica, y en lo temporal a corregidores con inmediata dependencia de go– bierno general de la provincia y con un protector en ella que interviene en todos los asuntos de los indios , bien sean como particulares o bien sean como respectivas a sus comunidades, y que las pocas ordenaciones que se dirigen a los pueblos de aquella provincia, que aun existen en calidad de reducciones, sólo se puede mirar como arbitrarias a los religio– sos que las regentan mediante la independencia de todo ministro secu– lar, en que para ellos están autorizados en virtud de real orden para su gobierno espiritual y económico, como igualmente lo están todos los pue– blos de indios de esta provincia, que aun existen en calidad de meras .reducciones, tan estrechamente como reconocerá V.M. por la copia que acompaño número 2'!, en la que con fecha de 2 de junio del año de 83 se comunicó a este gobierno por el de la Capitanía general de Caracas. Y, aunque de aquellas órdenes pudieran adaptarse muchos de sus capí– tulos al gobierno de los de esta provincia, en cuanto son conformes al espíritu de las leyes y a la naturaleza, genio, carácter y costumbres de estos indios, en que no se diferencian de aquéllos, y otras variarse o modificarse según lo exigen las circunstancias y diferencias locales de una y otra provincia, sería por ahora infructuoso semejante arreglamento, ha– biendo de permanecer los pueblos en el mismo estado de reducciones y con el propio sistema de gobiemo espiritual, político y económico, en que se hallan autorizados los Padres misioneros que los regentan y en quienes se nota que su más cuidadosa y estudiosa atención es impe– dirles a los indios, especialmente dentro de sus mismos pueblos, todo tra– to y comunicación con los españoles, de que resulta privárseles de este medio de civilizarse, españolizarse y desnudarse de su barbarie y gentilis– mo, pues la experiencia tiene evidenciado que, mientras se les propor– ciona y aproxima a el trato y comunicación con los españoles, más se ilustran y se hacen capaces en la religión, y mejorando de usos y cos– tumbres, conocen mejor sus propios intereses en la diferencia de uno y otro estado, de cuyos beneficios no pueden participar estando constante– mente reducidos a solo el trato y comunicación de ellos mismos entre sí, que nunca podrá ser otro que el que les inspira su propia naturaleza y carácter, siempre inclinado a los de gentilidad, continuándoseles de pa– dres a hijos, sin que baste a remediarlo el solo trato y doctrina que les da el religioso que los regenta, pues también la experiencia ha hecho co– nocer que más bien procuran alejarse de su vista cuanto pueden y que

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