BCCCAP00000000000000000000221

li6 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENE ZUEL A Día 27. Se trambucó una cáscara y se perdió todo el casabe, medio cochino y los trastes de los indios que iban en ella. Día 28. Se trambucó otra y así íbamos quedando muy pobres. En dicha cáscara iba por piloto un soldado y éste quedó en limpio menos los calzones, que llevaba, que todo se perdió. Bien que a nadie pudo cul– par, sino a sí mismo, porque siendo hombre no más que de mandador, esto es, vaquero, quiso por su voluntad coger el canalete. Día de Todos los Santos llegamos al castillo de Cuyuní, y, habién– donos desayunado, nos partimos para abajo hacia el río Aruarúa y hasta donde nos acompañó el señor comandante Tommon. Este nos ofreció un soldado del castillo y, como nosotros habíamos dejado otro en Tumere– mo, quien había de venir con 40 indios de aquella misión para traer las curiaras y pensando no podrían salir por falta de agua, admití yo el ofreci– miento y nos dio a uno llamado Silva. Dormimos junto a la boca de Aruarúa, y a la mañana siguiente, volviéndose el señor comandante para el castillo, nos fuimos los demás por aquel río arriba y, cerquita la no– che, llegamos al puerto donde hubimos de dejar las curiaras para partir por tierra. La mañana siguiente descansamos par a prevenir los trastes que nos habíamos de llevar. Por la mañana distribuimos el bastimento para que cada cual cargara el suyo. Pasamos aquel monte o bosque sin rastro de sabana en tres días y medio . A los dos días se halló rastro fresco de indios y, entre otros, se ha– lló un pescado colgado, que sería del día antes; y sabiendo que por allí, a 4 ó 5 leguas, había una ranchería vieja, fue el P. Mariano con unos 30 hombres a registrarla, quedándome yo con la demás gente esperándo– los. Volvieron sin haber hallado cosa alguna, con que proseguimos el viaje. Después a la mañana siguiente llegamos al río Mazaruni. Allí, como habíamos de ir río abajo, fue preciso haber de sacar cáscaras para embar– carnos, en que gastamos cinco días para sacar unas 30. Empezamos a navegar y cerca de mediodía dio un tropezón la cás– cara de mi diaco, que así llaman los guaicas al compañero, y los caribes lo llaman diacono y se descompuso y dete rioró mucho y no tanto por el mal paso como porque el Padre tocayo llevaba guayanos por bogas, que no entendían de canalete ni de gobernar curiaras. Proseguimos en nave– gar aquel río Mazaruni que, absolutamente hablando, es el río más her– moso de navegar de cuantos he visto por estas tierras, y es más río que Caroní, y puedo decir con verdad que otro tanto valdría esta provincia

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz