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M1SI0 'N DI> LOS CAPUCHI NOS E'N GUAYANA 115 mos algunos días haciendo rogativas por agua, a fin de que creciera el río Curumo, porque como el P . Mariano mi compañero había hecho la– brar allí las curiaras, nos era preciso esperar a que creciera el río pa– ra salir. Estando yo impaciente por tanta espera, le argüí contra el dispa– rate de tener las embarcaciones en aquel río, y lo mismo le habían ar– güido otr os Padres. A que dicho Padre satisfizo diciendo que ¿quién ha– bía de pensar el que, habiendo pasado por tribunales reales, el que aquel río todo el año se podía navegar con curiaras y piraguas, necesitara de tanta espera? Y debe V.R . advertir que esto de haber pasado por tribuna– les reales fue que un oficial llamado D . Antonio Santos, informó así, añadiendo el que por aquel río hacía o cometía la Comunidad los contra– bandos para Esquivo, y por esto se hizo un fuerte en el Cuyuní, delante del dicho río Curumo, gozando dicho oficial del timbre de fundador. Por fin, no habiendo forma de salir de dicho río del Curumo, deter– minamos irnos por Cura, que dista unas siete leguas de Tumeremo, y llegamos allí el día 23 de octubr e. El día 24 descansamos y comparecie– ron allí 30 indios de Ayma, 18 caribes del Carapo con 40 y tantos guai– cas de Cura, que con los de Tumeremo y Altagracia pasábamos de 150 hombres. El día 25, antes de salir, canté con los músicos de Cura misa votiva del Santísimo Redentor, a fin de que las almas de aquellos montes logra– ran el beneficio de la redención. Luego, después de habernos desayuna– do, nos fuimos al puerto para embarcarnos, acompañándonos el P. Ma– nuel de Castelltersol con todo su pueblo de Cura. Allí nos cargó la cu– tiara un soldado de Cura, quien dijo era su oficio. Estando todo cargado y toda la demás comitiva embarcada, nos metimos nosotros a nuestra curiara, y era de ver el contento que mostraba así el P. Manuel como su soldado en contemplar las curiaras tan bien cargadas; pero, apenas se le dio un empellón para el río, todos nos fuimos a pique. A mí dicen que me sacaron las guarichas, mas yo no lo podría asegurar y, cuando más, sería dándome la mano porque yo no me zambullí sino la mitad. Lo demás de los trastes, como casabe, carne, etc., todo se fue a la tram– pa. Y, gracias a Dios, que tanto yo como mi tocayo lo tomamos con fres– cura, que cierto había motivo para echarlo todo a rodar. Y no hicimos más que sacar los trastes para secarse y esperar la comida, que de nuevo nos hubo de mandar el P. Manuel y luego salir y marchar con la ben– dición de Dios. Esto fue el día 25 de octubre , que parece que este primer encuentro fue anuncio de los muchos trabajos que habíamos de padecer, que a manos llenas nos los mandó el Señor.

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