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104 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA paña con ella, en papel separado, el plan de nuestras misiones , y aña– de que ha finalizado la visita tan a satisfacción, que en toda ella no ha– lló sino motivos de consolarse en el Señor; la voluntad de los santos mi– sioneros, muy unánime y concorde; la resignación con que trabajan y llevan la cruz del Señor, muy ejemplar; la instrucción de los pueblos y de los indios, muy en su punto y aun adelantada; en pocas palabras: todos muy adictos al servicio de ambas majestades, Dios y el rey. Yo, después de levantar las manos y los ojos al Padre de nuestro Señor Jesucristo y Dios de toda consolación, porque se ha dignado con– solarnos con tan plausible noticia , paso a congratularme con todos y cada uno de mis amados hijos los misioneros, felicitándoles el premio y retribución que deben esperar del celestial Padre de familias, como fieles trabajadores en el cultivo de la viña que el Señor plantó por su misma mano, y exhortándoles a que perseveren constantes en su ministe– rio, seguros de que Dios que empezó la obra, la perfeccionará y llevará hasta su fin. En seguida V.R. me noticia de cómo el Sr. Intendente general pide el que se entreguen al Ordinario aquellos pueblos que cumplieron 20 años de fundación y quiere que los Padres misioneros permanezcan en los pueblos en calidad de curas de las almas hasta que se provean de cléri– gos; sobre la cual disposición V.R. ha presentado algunos reparos, y es– pera el parecer y consentimiento mío. Como V.R. no me suministra luz alguna para la respuesta, voy a darla, puestos únicamente los ojos en Dios, oídos antes los pareceres de otros hombres prudentes, maduros, literatos, y conformándome con lo que naturalmente me dictan la prudencia, la jus– ticia y la razón, y es como se sigue. Mi expresa voluntad, el parecer de los RR. PP. y el consentimiento de toda la provincia es que V.P.R. y los demás misioneros, rendidos obe– dezcan las justas disposiciones del monarca y de sus ministros, y, cuan– do del cumplimiento de ellas conocieren que se pueda seguir algún con– siderable detrimento o a la real hacienda o al Estado, lo que deberá es– tribar en fundamentos sólidos y no en débiles o imaginarias conjeturas, entonces, con el modo más respetuoso y rendido, hagan su representa– ción al monarca o bien a sus ministros, y aun tal vez sería mejor que, si el asunto lo permite, la remitieran antes a los respectivos superiores de la Orden para que, atendidas las razones justificativas de su represen– tación, se den las providencias que se estimaren convenientes a la monar– quía, prohibiendo entre tanto a todos los misioneros el dar paso alguno en contrario, ni persuadirle a indio alguno de los respectivos pueblos.

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