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No pretendo en él parar la atención en algún acontecimiento parti– cular, como tampoco, y mucho menos, estudiar detenidamente los hechos que en la misión capuchina de Guayana tuvieron lugar durante estas últi– mas etapas a que dicen relación los documentos recogidos en este tercer tomo de mi obra sobre aquélla. Sólo intento resumir el contenido de di– chos documentos que abarcan los años 1785 a 1819, y con la única fina– lidad de que estas líneas sirvan de orientación al lector e investigador. Ellos atañen en primer lugar al tiempo que D. Miguel Marmión es– tuvo al frente de la provinci a de Guayana en calidad de Comandante ge– neral , cargo del que tomó posesión el 7 de enero de 1785 y que desem– peñó hasta el 22 de septiembre de 1790 en que le sucedió D. Luis An– tonio Gil. Los historiadores han dado a Marmión una importancia que, a mi juicio, no tuvo ni por su actuación ni aun siquiera por la organización que quiso dar a la provincia, y mucho menos si se le estudia en relación con las misiones. Aparte de su comportamiento, nada cordial y deferente, de que los misioneros se quejan en sus cartas y comunicaciones, hay que reconocer que fue él quien prácticamente les prohibió realizar nuevas fun– daciones de pueblos, siendo la última la de Nuestra Señora de Belén de Tumeremo ( 1788), aprobada ya por su antecesor D. Antonio de Pereda. Creyó que con establecer una casa fuerte o castillo en la margen del río Curumo ya quedaba resuelta la cuestión de las incursiones de holandeses y caribes por aquellas partes . Los misioneros fueron de parecer que el si– tio más apropiado para levantar dicho castillo era el río Cuyuní, más im– portante y de más frecuente paso de caribes y holandeses, y por otra par– te que el medio más apropiado y seguro de impedir sus incursiones y que se fuesen apropiando de aquellas tierras era el ir ocupándolas con nue– vas fundaciones de poblaciones indígenas, a lo que se opuso Marmión, llegando incluso a prohibirles casi en absoluto las entradas a la reduc– ción de los naturales como asimismo a su busca cuando huían de los poblados a los montes. Por otra parte Marmión , aun reconociendo que estas misiones, según sus propias palabras "son las más bien provistas y las que se hallan

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