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100 FUENTES PARA LA HISTORIA é OLONIAL DE VENEZUELA muy vigilante, como mis antecesores, para impedir los daños que causan a nuestr as misiones. La práctica de estos extranj eros es como siempre venirse hasta lo más interior de esta provincia para esclavizar indios vasallos de Vuestra Majestad y llevárselos a su colonia; es tan corrient e esta práctica como autorizada por el gobernador de Esquivo; así lo entien do de las patentes y pasaportes que el mencionado gobernador, escrito s de su puño, entrega a las persona s que salen de la colonia a esos negocios de esclavizar indios hasta entrarse sin respeto a nuestros pueblos; esto está comprob ado mu– chas veces, sobre que mi antecesor informó a V.M. el año de 1751. Asi– mismo informaron los comisarios de la Real Expedición y consta que informó D. José de Iturriaga en virtud de una carta que le escribí el año de 56 solicitando algún medio para atacarles ese abuso práctico, y por una carta de D. Ricardo Wall del año 57 , parece que mi representación llegó a vuestro ministro y no tuvo efecto declarado. El año de 48, a vuestra misión del Miamo vinieron dos hombres blancos de Esquivo , con pasaporte del gobernador , para comprar indios y, como el Padre misionero fuese recién venido de España, no conocía la gravedad de este negocio y no hizo más que despacharlos, sin darles tiempo de cobrar deudas viejas de los caribes ; y en el mismo año, en las sabanas del Corumo, salió una mujer mulata de Esquivo comprando poitos a los caribes, y en el año de 49 un soldado de nuestra escolta descaminó a uno de estos tratantes muy cerca de la misión de Miamo, que tenía la patente del gobernador de Esquivo para venir a comprar esclavos, y en ella se intitulaba gobernador de Esquivo y bocas de Ori– noco. Esta y otras patentes del mismo gobernador parece que las en– vió mi antecesor con el mencionado informe del dicho año cincuenta y uno. En el río de Aquire con los caribes estuvo domiciliado un holandés más de ocho años comprándoles poitos; también había otros con el mis– mo trato en Puruey, Caura y Paragua, de donde enviaban a Esquivo y Surinam las remesas de a 20 y a 50 poitos y se desmantelaron con el miedo de la llegada de la Real Expedición en Orinoco. Después de la sublevación que hicieron en el año de 50 todos los caribes de nuest ras cinco misiones de Miamo, Cunuri , Tupuquén, Coru– mo y Matanambo , matando a cuatro soldados de nuestra escolta y a ocho personas españolas, con otras muchas hostilidades que hicieron, al cabo del año volvimos a recoger algunos de ellos y nos descubrieron lo que ya habíamos pensado con fundamento, que lo habían hecho insta-

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