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70 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA ésta y demás prevenciones, sabido por cierto el mucho tiempo que el enemigo debe gastar en subir esa distancia, y más viniendo con embar– caciones grandes, como se supone, para envestir una plaza respetable, tanto si suben en tiempo de verano como en invierno, pues, en el pri– mer supuesto, tiene el Orinoco muchos bajos que apenas permite segu– ra navegación sino a lanchas; y, en el segundo, es tan crecido el río, a más de faltar la brisa, sus corrientes y violencias deti enen hasta las cu– riaras más ligeras, y cuasi no se consideran ni experimentan sino unos medios cortísimos a esas dos extremas estaciones, que más serían teóricos que practicables, si alguno los quisiere suponer. Servirían igualmente di– chos indios pacificados a las varias fajinas y obras que, antes del sitio o en su continuación, podían ofrecerle al Comandante de dicha fortaleza y al expediente de avisos y correos a cualquier part e, y estas mismas conveniencias, que son grandes en una invasión cometida por el Orino– co contra la fortaleza, tendría el enemigo, careciendo de ella los nuestros con notabilísima falta, pues que, si bien podrían suplir algo de esto los indios de las misiones de tierra dentro, aun este poco les sería dificul – toso, porque quedaría cerrada naturalmente la comunicación al norte , que ahora tienen éstas con las de guaraúnos, aruacas y de la misma for– taleza por medio del camino áspero y montuoso de nueve leguas que hoy mantiene abierto solamente la misma comunicación, y sólo quedará la occidental de la fortaleza con poco socorro de gentes y víveres por aque– lla parte, que podían entrarle y que era muy fácil de cortar, quedándose la fortaleza entonces desamparada con sola la guarnición. Que dichos pueblos de indios guaraúnos y aruacas podían igualmen – te ser de grande importancia a la fortaleza por otra parte, a más de lo dicho, suponiéndose que es cuasi imposible ser sorprendidos ni ellos ni la fortaleza por el enemigo en vista de la dilatada y penosa navegación que se le ofrece hacer, y que precisamente da lugar a la noticia de su empresa, mucho mejor si hay pueblos de españoles o indios nuestros en las márgenes del Orinoco, que pueden y deberán avisarlo, como así es– taba prevenido en la inmediata guerra pasada, teniendo el Comandante centinelas avanzadas en curiaras o barcos pequeños gobernados por los indios. En dicha suposición tendría oportunidad el jefe de la provincia y tiempo suficientísimo para almacenar los frutos tales cuales que ten– drían dichos pueblos de indios y pegar fuego a todo lo sobrante que le pareciera, en menos de ocho horas, matando primero las pocas reses que suelen tener esas misiones para el consumo diario y, almacenadas esas carnes, podía retirar luego, si sobrasen algunas, hecha su pronta provi -

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