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54 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA sos por los montes y éste que estaba sentado en las tinieblas y sombra de la muerte, verá una luz muy grande. Con mucha razón nos dijo nuestro Ilustrísimo paisano el Sr. Obis– po de Puerto Rico, que éramos muy pocos para tanta obra y que, aca– bada la visita que iba prosiguiendo, sería preciso volver a pedir otros religiosos más, pues ya faltan religiosos para suplir si alguno enferma, a más de que se ha de poner luego una escolta de soldados en pueblo que se hará en el centro de las misiones, y éste con los demás que están proyectados para los indios que piden misión , acabarán de ocupar a los religiosos que restan. Nos han puesto también al cuidado de la nueva Guayana, que, por ser pueblo de españoles, capital de la provincia y distante tres días de la primera misión, tiene ocupados dos de nosotros y hubo vez que fue menester cinco. Pero todo esto es poco respecto de lo que tememos que ha de llegar; digo que lo tememos porque siem– pre es el temer la carga que sobrepuja las fuerzas y, aunque se dice, que carga que place no es carga, pero es cierto que, si es desmedida, oprime; es el caso que, según nos insinuó el Ilmo. Obispo y según vimos en las disposiciones que se ejecutan, sospechamos que quieren encargar a la pro– vincia de los catalanes de Guayana el cuidado de las de los RR. PP. de Aragón, cuando no sean también las de PP . andaluces y de Observan– tes de Píritu, pues, a más de las palabras que dijo dicho Ilmo. y que nos pidió se quedasen para el distrito de Cumaná a lo menos cinco de los nuevos, a más que no se provee curato alguno de las sobredichas mi– siones, algunas de las cuales ha mucho tiempo que vacan, los hechos que vemos y es preciso callar por ahora, eficazmente nos lo persuaden: el tiempo nos lo explicará todo, y yo suplico a V.P. y a todos nuestros amados hermanos se sirvan rogar al Señor no lo permita, por los graví– simos inconvenientes que tiene y voy a insinuar. Es cierto que quien mucho abarca poco aprieta, y así nos sucediera si abarcáramos unos distritos tan dilatados que solamente lo conquista– do es mayor que la mitad de España y ¿qué será lo demás? ¿Cómo fue– ra posible entonces tener la comunicación y correspondencia mutua que es necesaria para la armonía de este místico y político cuerpo? Para que a ningún religioso faltase lo necesario, para que los indios tuviesen la provisión que conviene, habiéndose de dar todo , todo , desde un alfiler hasta la hacienda a los pobres que vienen del monte, y siendo entonces tantos y en tan distantes puestos, de dónde, por dónde, y quién y cómo los habían de proveer, qué almacenes y guardas se habían de hacer, qué y cuántas recuas de bestias habían de ir, qué caudales se habían de apron-

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