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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 357 el año mil setecientos setenta y uno, la que adquirí el año mil setecientos setenta y ocho, que de orden de los Sres. Capitán general e Intendente pasé a dicha provincia y misiones por otros asuntos relativos al real ser– vicio, la que hago por insinuación de nuestro M.R.P . Visitador general de las misiones Fray Miguel de Pamplon a. Comenzó la injusta persecución por no permitir los Padres que fuesen cargados los indios en un continuo trabajo en las obras del rey, sin darles siquiera la comida , la que estos Padres suplieron, y, porque el agravio que se les hacía a los indios y que no era voluntad de Su Ma– jestad que trabajasen sin paga, tomó la providencia de ponerles corregi– dores o cabos en los pueblos para que, sin dependencia de los religiosos, dispusieran de los indios, de donde resultó alguna decadencia en los pueblos. Atribuyeron a los religiosos que levantaban a los indios contra los españoles y que impedían que se poblaran, siendo verdad averiguada que aconsejaban al gobernador no pusiera fundación en el extremo sino que se fuese poblando desde el principio para tener asegurada la espalda y retirada en cualquiera adverso acontecimiento, y, de este consejo sano, les levantaron que se oponían y que habían sido causa de las muertes de algunos españoles , cuando sólo fue motivo de que los indios se suble– varan , el desordenado modo de vivir de los soldados y las vejaciones que les hacían y todo género de disolución. Acriminábanles que, habiéndoles mandado pasar a confesar el des– tacamento de la Parime, no lo hicieron , siendo así que pasaron dos reli– giosos que estuvieron allá algunos días, que les dijeron el fin de su via– je, que les amonestaron para que se confesaran y nadie quiso hacerlo; y, viendo que perdían el tiempo y se les concluía la vitualla para el regreso, se despidieron y, al ir a embarcarse, se acercó uno y dijo se quería con– fesar, sin duda para tomar fundamento para la calumnia. Han gritado que negaron la remesa de bastimentas para el abasto de la Angostura y todo el vecindario o el común de él grita que hubieran perecido si no fuera por los Padres. Presente yo, cuando más apurados se miraban para dar la carne necesaria para la expedición que se inten– taba al Parime, pidió el Cabildo y comandante de Angostura carnes para la ciudad y les franquearon cuantas necesitaban, con la pensión de que mandasen a recogerla, por no poder a un tiempo mismo atender los Pa– dres a ambos objetos; y lo mismo sucedió con los casabes, que respon– dieron mandase el gobernador o la ciudad un sujeto con rescates por las
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