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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA .35.3 misma nación, para aumentar y agregarlos en el mismo pueblo de Gu– rumapati. Para quitarnos a nosotros el mérito de fundadores de los pueblos de Maruanta y Panapana, se le apropia para sí, después de ser público que los PP. Domingo de Arbucias y Fr. Angel de Besalú trujeron de Ori– noco doscientos y once indios guaraúnos para Maruanta, y el P. Jaime de Puigcerd á trajo los caribes de bajo Orinoco para el de Panapana, y los Padres fundaron las primeras y sólo para complacer al Gobernador, ex– plica tanto el P. Prefecto en su certificación , quiso D. Manuel Centurión que estos dos pueblos se fundasen aquí por aldeas de la capital. Si el Sr. Obispo hubiese podido ver estos dos pueblos, habría podido infor– mar a V.M. que, por no tener tierras de labor, no tenían labranzas los indios, que por este motivo padecen graves necesidades y hambre, y viven tan desconsolados y flacos que no tienen más que los huesos, como es cierto y patente, y me consta que los indios piden al gobernador que les deje mudar a otro sitio mejor. Solamente muy lejos tienen una labranza de común, sin libertad de tocar fruto alguno de yuca y maíz porque se dice que la beneficia el corregidor. Por esta falta de tierras y monte se vendrán a perder estos pueblos y el nombrado Buenavista; en ellos ya quedan muy pocos indios, y con mucha razón no pueden subsistir; las sa– banas son muy arenosas y asimismo los morichales, y los indios de la misión de Santa Ana tienen la misma necesidad de tierras, y con esto ya se verifica la verdad de los informes que hacíamos al Gobernador D. Manuel Centurión y a D. José Solano, siendo Gobernador de Caracas: que no convenía trasladar los cuatro pueblos de Piacoa, Uyacoa, Tipuru a y Calvario al otro lado de Caroní por no haber tierras para sembrar los indios. Estas traslaciones con la capital en el sitio de la Angostura, en que nunca puede ser cosa mayor por falta de tierras, según la voz co– mún de seglares entendidos, ha sido de mucho atraso para la provincia y causa de la fuga de muchos indios, sin haberse poblado en la isla Tri– nidad, como se proponía lo referido en la real cédula de 16 de mayo del año 1769. Tampoco nos puede decir D. Manuel Centurión preocupados del particular interés porque cuando presentamos las citadas cédulas y orde– naciones y defendíamos también el derecho que nos tiene concedido la piedad de Vuestra Majestad de tener el hato para la pitanza de los re– ligiosos y carne para mantener los indios, que hoy día pasan de nueve mil, que se mantienen de él, que es el fin que tuvieron para fundarlo nuestros Padres antepasados, porque luego que nos despojaron del hato,
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