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346 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA te D. Bernardo Lanzarote, haber recibido el número de cien mil y seis re– ses, cuyo número demuestra ser bien justificado, y con el corto tiempo que hicieron menester para contarlas, manifiesta haberlas hallado man– sas y bien reducidas, conformándose con esto lo que dicen los terceros con sus cartas certificantes, que van acompañadas con ésta; y en los autos de la entrega de dicho Sr. Administrador con el largo tiempo de ocho me– ses, sólo se encuentran haber entregado a número cierto cinco mil dos– cientas veintinueve, y de regulado, setenta y seis mil cuatrocientas cin– cuenta y siete: que dichas dos partidas hacen den a la suma de ochenta y un mil seiscientas ochenta y seis; de cuyo número se sigue la disminu· ción sobredicha . De que se infiere que en esta parte informó muy mal el Sr. Centurión al rey nuestro señor con su representación que hizo de haber aumentado veinte mil reses vacunas; pero si el Sr. Centurión quie– re dar por aumento las violentas regulaciones y porrateos que tan for– zadamente mandaron hacer a los terceros, como ellos mismos manifies– tan con los instrumentos que acompañan esta mi carta, y el que el Sr. Administrador pone en los autos por diligencias preparatorias, en esta su– posición es cuadruplicado el aumento que dice el Sr. Centurión. Final– mente, se deja ver en los autos que, en cuanto a la numeración del ga– nado, se procedió maliciosamente, siendo imposible que con tanta demo– ra, como hicieron, no contasen un mismo ganado muchas veces en diferen– tes parajes, que esto poco lo remiraban con tal de poder salir con la nu– merosidad que pretendían y poder complacer con esto al Sr. Centurión, cuyo era el empeño. Y si se hace con la reflexión de que este hato tuvo principio el año veintiséis de esta centuria, con el número de setenta reses por todas, y que de este corto principio se han mantenido las misiones y aun la provincia, se sacará en buena consecuencia que no pudo ser tanto el número de ganado como quiere aparentar el Sr. Centurión. En cuanto el aumento que dice el Sr. Centurión de las bestias caballares y mulares, podía haber puesto todo el que le hubiese dado la gana, porque, cuando se lo tomaron, como lo hicieron a toda su facultad y autoridad, puso los caballos y mulares que quiso, y en los lugares y pueblos que le pare– ció, pues se demuestra en los autos en que se hicieron cargo, que en los pueblos de Upata, de las Bocas, de Barceloneta, de Santa Ana, de Ca– ruachi y de Agutí (Guri), no pusieron bestias caballares ni mulares, como tampoco pusieron en los pueblos de San Antonio; en el de Cupapuy y en el de Santa María bestias mulares, cuando es patente que nunca les fal– taron el mismo número que dicho Administrador pone en los autos de su entrega. Y sin embargo de todo esto, se demuestra con los mismos autos

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