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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 333 blo de San Pedro nunca le han pedido socorro alguno hasta el año pasado por estar ya consumidas las reses que tenía la Rvda. Comunidad a la Barceloneta, los proveyó de carne, casabe, arroz, velas de sebo, manteca, hasta llenarle s las canoas, con todos los indios bogas que le pidió el ca– bo de escuadra, que comandaba la expedición, y nunca por falta de in– dios bogas se ha atrasado la expedición, pues el Padre misionero les ha franqueado siempre que se los han pedido, si bien es verdad que los in– dios de San Pedro siempre repugnaban por causa que se atrasaban sus labranzas, enfermaban y algunos murieron tanto al viaje como después de haber inmediatamente vuelto a su pueblo; y de esto soy testigo yo que, hallándome a la vista de San Pedro, pidieron sesenta indios para subir pertrechos de guerra y otros trastes a la población de Guirior, y, mirando la grande repugnancia que tenían los indios y por otra parte con– siderando los muchos peligros que había de que todos desamparasen al pueblo por estar a las fronteras y ser de poco tiempo poblados si se usa– se con ellos de alguna violencia, procuré con buenas razones y súplicas a que fuesen y, en efecto, lo logré, sin que faltase uno al número de se– senta. Lo que imponen a los caribes del pueblo de Murucuri de que andaban por aquellos ríos aconsejando a los indios del monte para que matasen a los españoles de Guirior, es tan fuera de razón y difícil de creer, que cualquiera que sea práctico de nuestras misiones se admirará haya ha– bido audacia para afirmar tal cosa. Lo uno por la mucha distancia que hay entre este pueblo que está a tres leguas de las bocas de Caroní, y aquellos indios que están más arriba de la Patagua, como por saberse que todas aquellas naciones de indios de aquellas tierras son tanto o más enemigas de los caribes que moros y cristianos, de donde se ve claro ser falso todo lo que se les impone. Pero lo que se dice de los indios del pueblo de Ayma, bien puede haber algo de verdad por el caso que sucedió, que es como se sigue. Un indio de este pueblo de Ayma pidió licencia a su Padre misionero para ir con su mujer a sus prístinas tierras en solicitud de un aceite que lla– man carapa, que en aquellas tierras lo hay con abundancia; la que con– seguida y estando recogiendo dicha carapa, vinieron los españoles de la expedición y los prendieron y llevaron a la población de Guirior; y, a pocos días de su llegada, el comandante de la expedición, el Sr. D. Vicente Díez de la Fuente, le quitó su mujer y la tomó para su servicio, de lo que, sentido el indio, como es justo, no teniendo a quien pedir justicia, se huyó y se volvió solo a su pueblo de Ayma, pasando por medio de

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