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332 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA tud mandó todos los indios al salto que está a la legua y media para que ayudasen a subir las canoas y demás trastes que llevaban, sin cuyo favor era imposible poder ellos pasar aquel mal paso, franqueando todos los in– dios que necesitaba para la conducción de dicha expedición hasta la Paragua, como en efecto se llevó todos los caribes del pueblo de Muru– curi y Caruachi, que le dio gana, los cuales le acompañaron hasta que él mismo los despachó de fltriba de la Patagua , acompañándole también de más curiaras o canoas de los indios del mismo pueblo de Murucuri y Caruachi, proveyéndoles de toda la carne, cueros y casabe que pidieron , regalándole los Padres misioneros de huevos, plátanos , velas de sebo, hortalizas y otras menudencias, pasando orden el R.P. Prefecto a todos los Padre s misioneros de las orillas del río Caroní, por donde tenía de pasar la expedición, para que proveyesen de todo cuanto se pudiese a los señores expedicionistas, lo que se practicó en todos los pueblos, como consta. Todo lo cual manifiesta no eran los Padres misioneros desafec– tos, como ellos dicen, a la expedición. También es falso pidiese el Sr. Co– mandante de Guayana religioso alguno para que fuese a acompañar la expedición, y sino, que lo hagan constar con instrumentos; antes sí, brin– dándose el R.P . Félix de Tárraga, le respondieron no necesitaban de frai– les; pero, después de dos años, poco más o menos, que los pidieron, in– continenti el R.P. Prefecto pasó orden al P. Buenaventura de Piteus y P. Félix de Vic para que pasasen a la población de Guirior a dar el pasto espiritual a aquellos vecinos, y, a los pocos días de haber llegado, murió el P. Buenaventura de Piteus, y el P. Félix de Vic cumplió con su obli– gación, confesando a todos los que se lo pidieron, bautizando a todos los párvulos que había sin cristianar, y casando los que reconoció ser capaces, sin que se metiese en solicitar firmas ni firmar papeles, ni en lo demás que falsamente le imponen. En cuanto a lo que dicen que el Padre misionero que residía a la Barceloneta, les escaseaba los víveres y bogas, es un voluntario decir, pues , cuando subió la real expedición, el Padre no tenía mando alguno, ni en los vecinos de aquel pueblo ni en las reses que tenía allí la comuni– dad, de todo lo cual tenía el mando absoluto el señor teniente de In – fantería D. Félix Farreras por orden del Sr. Comandante general de Gua– yana, el cual es patente que les abasteció de todo lo necesario con abun– dancia, no sólo al subir sino también siempre que han pedido a aquella población socorro de víveres. De modo que cuasi todo el hato que te– nía allá la Rvda. Comunidad, que constaba de quinientas reses, poco más o menos, se ha consumido en socorrer la expedición. Al Padre del pue-

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