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MISION DE LOS CAPUCHI NOS EN GUAYANA 331 na proceder en el caso tomando las providencias má activas y correspon– dient es a corregirlos, en virtud de la pote stad económica que me está concedida por leyes y reales órdenes y no obstante lo prevenido en otra del año de 1772 para que el Comandante de Guayana no tomase provi – dencia alguna en el asunto, tengo la satisfacción por la religiosidad y ánimo cristiano que he advertido en V.P. al servicio de Dios y del rey, de pasarle dichos autos para que con su instrucción se sirva informarme con la sinceridad tan propia de su carácter , lo que advierta digno de re– medio para resolver los medios convenientes sin estrépito judicial. Dios guard e a Vuestra Pat ernidad Muy Reverenda muchos años. - Caracas, vein– te de mayo de 1778. - Besa la mano de V.P . su más seguro servidor, Luis de Unzaga. - Muy R.P. Prefecto de las misiones de los Capuchinos cata– lanes de la Guayana. Muy venerado señor : Cumpliendo con el superior mandato que Vuestra Señoría se ha servido pasarme en esta ciudad de Caracas, en carta de 20 de mayo de este presente año de setenta y ocho, junto con los autos que nos acusan de los excesos y oposición que hemos tenido a la expedición del descubrimiento del Dorado y río Parime , a fin de que informe a V.S. de lo que advierta digno de remedio, para resolver los medios convenientes sin estrépit o judicial, pongo con toda venera– ción y debido respeto presente a la alta comprensión de V.S. cómo di– chos autos se han formado con todo el lleno de malicia y falsedad que dis– currir se puede, como se manifiesta en las defensas que sobre ese asunto tengo presentadas al Excmo . Sr. Virrey de Santa Fe y Real Consejo por medio de los procuradores el R.P. José Antonio de Cervera y R.P. Jaime de Pui gcerdá, en las que se manifiesta la inocencia de los misioneros y la desarreglada conducta que ha tenido el señor comandante de la nomina– da expedición D. Vicente Díez de la Fuente , excediendo en los riguro– sos castigos que contra aquellos infelices indios ha ejecutado, tomán– doles las propias mujeres para saciar sus torpezas, con otros procederes bien contrarios para conseguir el fin que se deseaba de la expedición, co– mo todo consta en dichas declaraciones, lo que ha dado motivo para per– derse la expedición, y mirando el comandante no poder dar descargo de tantas pérdidas y desgracias que por su mal modo de obrar ha ocasiona– do, procu ra ahora echar la culpa a nosotros, diciendo que no hemos que– rido dar los auxilios que nos pidieron, siendo así que hemos cooperado en todo cuanto nos pidi eron desde el principio de la expedición hasta el fin, pues luego que el R.P. Prefecto, que era entonces, supo que la real expedición había llegado a la boca del río Caroní, con la mayor pronti-

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