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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 325 limosna y con lo que se saca del hato, nos mantenemos con el modo que permite nuestra altísima pobreza; de lo sobrante se costean las entradas, se regalan los indios nuevos, que es preciso, se edifican y adornan las igle– sias, que no es poco lo que importa. La falta de misioneros que regularmente padecemos, también oca– sionan mucho atraso; no obstante que de nuestra parte no se ha omitido en pedirlos, no sabemos por qué motivo no han venido. No obstante que al principio de mi elección en Prefecto recibí una real cédula para que, entre lo demás, informase el parecer de los RR. PP. Conyúdices; res– pondí, me parece , que de diez sacerdotes y un lego enfermero, y que ese número se necesitaba en aquel entonces, y no hemos tenido respuesta al– guna. Pero, considerando el buen celo de Vuestra Señoría que nos coad– yuvará para emprender la reducción a nuestra santa fe católica y dominio de nuestro rey y señor, que Dios guarde, de los indios que tenemos sin reducir a la otra parte de las serranías del sur, será muy conveniente pedir al Real y Supremo Consejo de catorce a dieciséis sacerdotes con un lego enfermero. Que es cuanto se me ofrece contestar a la atenta carta de V.S., rogando a Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años. Caracas y mayo a 26 de 78 años. Señor Gobernador y Capitán general. - Beso la mano de Vuestra Señoría atento servidor y capellán, Fray Mariano de Sabadell, Prefecto. Siendo muy agradable al rey el acierto, buen orden y aplicación con que los misioneros capuchinos catalanes ejercen su ministerio, procuran – do fomentar y establecer nuevos pueblos de los naturales que reducen, y deseando Su Majestad auxiliar y proteger a esos religiosos para que vayan en aumento los buenos progresos experimentados desde los prin– cipios de su predicación, me manda decir a Vuestra Señoría que les fa– cilite para pie fijo una escolta de veinte o treinta hombres de tropa con un oficial de buena conducta para custodiar a los pueblos de las invasio– nes de los caribes y contener a los ya avecindados y moradores de ellos en sus desórdenes, dejando al arbitrio del P. Prefecto la distribución de esta gente en los lugares que tenga por conveniente, con proporción a poder unirse y socorrer prontamente según la necesidad lo pida, y cui– dando Vuestra Señoría de reemplazar siempre que falte alguno por en– fermedad o muerte o deserción o bien porque considere precisa la alter– nativa con la demás tropa de esta dotación, a causa de no poder subsistir en aquel destino o graduarse de mayores utilidades, para que de esta forma sea recíproco al trabajo o beneficio. Y de guardar Vuestra Seño– ría en inteligencia de lo que se le previene me dará noticia a la primera

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