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324 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA Angostura y de cuarenta a cincuenta leguas al centro de nuestras misio– nes, sin poderse excusar el paso del río Caroní. Y en la cortedad de esas dos villas se puede absolutamente decir consiste el pronto socorro que se puede dar en nuestras misiones a cualquiera desorden que intenten los indios cometer. En cuanto a no haberse reedificado las catorce misiones destruidas, muchos son los motivos pero los principales juzgo son: ser la provincia tan dilatada y por consiguiente muy dificultoso de encontrarse los indios fugitivos, y como los demás se amparan de los holandeses de Esquivo o con aquellos indios que se tienen por aliados de los mismos holandeses, nunca hemos tenido fuerzas para contrastar con ellos por no haber D. Ma– nuel Centurión querido cumplir la real orden de Su Majestad de darnos de veinte a treinta soldados con un oficial de buena conducta, como expresa la real orden, cuya copia incluyo a Vuestra Señoría, no obstan– te de haberle presentado varías veces mis antecesores y yo, y últimamente haber estado mandado por el Excmo. Sr. Virrey de Santa Fe para que se nos diese la escolta de 25 soldados con un oficial de buena conducta , con las demás circunstancias que se expresan en la citada orden, cuyo man– dato presenté, por medio de mí secretario, al Sr. Comandan te general in– terino D. José de Linares, el cual no sólo no puso en ejecución lo man– dado por el Excmo. Sr. Virrey sino que quitó los pocos soldados que te– níamos para mandarlos a la expedición de Río Negro, dejando sólo tres con un sargento enfermo que servía de comandante, lo que nos ha sido y es de grande atraso por no podernos fiar de sólo los indios para ir a las entradas, como lo confirma lo sucedido con los indios de la Patagua del pueblo de Gurumapatí, que , después de haber pedido al Sr. Comandante general D. Manuel Centurión algunos soldados para escoltar al Padre misionero de aquel pueblo para una entrada, no los quiso dar; y, anímán· dose el Padre a emprender su viaje con sus propios indios y con solo un miliciano español, que voluntariamente se ofreció, y cuatro indios de la nación paríagota, los propios indios mataron inicuamente al Padre misio– nero, al español y a los cuatro indios paríagotos; y así sí no nos dan los 25 hombres, como el rey nuestro señor manda, no sólo no podemos reedificar las misiones perdidas y a las que con el tiempo se nos pueden perder, sino serán pocas las que de aquí adelante podremos edificar. Nos es también de grande atraso el no socorrernos con los sínodos que la piedad del rey nuestro señor de limosna nos tiene asignados, de 150 pesos al año de cada misionero en esas cajas reales de Caracas, pues al presente suben los atrasos a sesenta mil pesos, más o menos , con cuya

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