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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 261 oyó que yo entraba por la puerta del castillo con el Santísimo Sacramen– to, a cuya Majestad soberana recibió bañado su rostro en lágrimas, a que le acompañaban todos los circunstantes, que por más que yo me hiciese fuerza a contenerlas, no pude. En fin, día 6, a las 8 de la madrugada, confortado y muy conforme en el Señor, pasó por este valle de lágrimas y vida mísera al descanso sempiterno: que así lo creo por la bondad de Dios y vida y muerte que hizo tan edificativa. Ya puede V.P.M.R. pensar cuán desconsolado quedaría yo viéndo– me sin compañía, en parajes tan remotos, que, aunque D. Vicente se sirvió consolarme y aliviarme mi dolor, pero no pude menos de sentir mucho la pérdida de tal compañía. El día 7 dí sepultura con la mayor solemnidad, que me fue dable, en el cementerio, por no haber iglesia ni capilla: que la que me servía yo para celebrar todos los días que estuve allí, era una casa de Félix López, que, por estar ausente dicho sujeto, me serví de ella, aunque no fuese más que una casa cobijada de hojas. Enterrado el P. Buenaventura, me representó D. Vicente si yo que– ría pasar adelante o si me quería volver, y yo, viendo lo que me faltaba para llegar al Parime en el pueblo de Santa Bárbara, que dice que funda el sargento Zapata con 20 hombres que tenía de escolta, dista 16 días y porque me dijeron que todavía no hay casa alguna ni cosa de fundamen – to y que los indios se habían huido todos, aunque ahora dicen que ya los había vuelto a coger: por esto y por otros motivos me resolví a regresar– me al pueblo de mi cargo, a la boca de la Paragua, San Pedro. Semejante al referido es el pueblo de San Salvador, distante una jornada de Guirior. A éste no fui porque me dijeron que tampoco ha– bía casa alguna sino algunos ranchos de indios, que habrá como unas 40 almas y están sin españoles. Mandé traer los párvulos y fueron 12, los que bauticé. Los del pueblo de Santa Rosa que dista cinco jornadas de Guirior, éstos no vinieron por motivo de estar ya las curiaras prontas a la marcha o regreso. Me dijeron que en ese pueblo había muchos indios, como unos 200, y también están sin españoles y soldados. Las noticias que me dieron de la laguna y Dorado, si tal cosa hay, son muy melancólicas, pues me dijeron que todas aquellas naciones de indios, que son muchas, habían hecho paces entre sí y se habían unido para ir contra los españoles, con quienes han tenido ya tres choques. Y uno de los que se hallaron en unos de los choques, me dijo que había

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