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MISION DE LOS CAPUCHINOS EN GUAYANA 255 ciencia e inteligentes, pero no éstas se atreverían a declarar por miedo de quedar perdidas por su superior, y ésta es la causa por qué nunca habe– mos podido confirmar nuestros informes con más sólidas pruebas, y esa nuestra información no puede valer más de lo que comprenderá la alta inteligencia de V.E., dando por supuesto que, quedando el hato en este sistema, tarde o temprano tendrá el mismo paradero que han tenido los del otro lado; para esto la envidia le ha puesto la uña con falsos infor– mes y capa de remediar a los indios, lo que no han hecho todavía. Y ahora hacen correr voces que no hay tanto ganado como decían los pri– meros exploradores que los contaron y que envió a este fin el Coman– dante general; puede ser que estas voces se encaminen a tapar sus de– sórdenes y despotismos, porque dicen que no hallan novillos ni caballos, cuando antes hallaban tantos novillos bajo de juramento; ninguno mejor que ellos puede saber bien de las cuentas, porque no les probarán que hayan vendido veinte arrobas de sebo, v.gr. , porque no saben el que han recogido de las reses que mata: qué se les da que se mueran las bes– tias que emprestan a sus amigos para ir a la capital. El administrador que de continuo ha tenido peonadas para hacer su grande casa y labran– za, que va desde Altagracia y Caroní, y quién lo averiguara de las bes– tias del común que le han arriado todo lo que ha hurtado, como el casa– be, carne, etc., siendo un hombre como de las calidades expresadas, y que ha dicho: "He hurtado y hurtaré", como consta y lo dice en una car– ta. El Comandante general dice a los corregidores en sus instrucciones que deben repartir a los indios sus productos delante del Padre misione– ro, y en una carta me dice el administrador, quejándose por qué no lo hacían, me respondió: "Esto no lo permitiré porque tengo bastante con– fianza de los corregidores". En pun to a diezmo estoy muy bien informado que los corregidores y cabos amenazan a los indios que los pondrán al cepo si no pagan diez– mo, y es una crueldad hacerles estas violencias, porque muchos no tie– nen casabe para mantener sus familias. Los guaraúnos miserables, que apenas tienen nombre de labranzas y compran el casabe por pescado, también lo han pagado con amenazas de cepo, como me lo ha certifica– do el religioso de Santa Ana, y quedan escandalizados los caribes porque les quitan el maíz y casabe, que, si lo quieren beneficiar en la capital, les saldrá cuatro veces los costos por la grande distancia de cuarenta leguas y más. En estos años pasados hicimos venir de la Margarita unas veinte ovejas para tener lana para hacer hábitos a los religiosos y lienzo, y cons-

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