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250 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA Faltándoles la sujeción necesaria, les falta también la perfecta con– sideración para entender las repetidas amonestaciones de los Padres mi· sioneros, que, como vasallos del rey, les dicen deben sujetarse y obede– cer a los cabos y corregidores, pues, luego que se establecieron, se albo– rotaron los indios, de modo que fue preciso que el Comandante general mandase a D. Bernardo Lanzarote y a D. Antonio Soza, que pasasen a re– galar a los capitanes para sostenerlos. No obstante esta diligencia se han huido bastantes indios de diferentes pueblos y siempre están con sus conventículos, tratando de marchar, no solamente los más nuevos, como son los caribes y guaicas, barinagotos, aruacas, sino también los guaya– nos o pariagotos; éstos, singularmente los del pueblo del hato, tienen, por la amistad antigua, esperanza de unirse con los barinagotos de Ayma, y todos los demás antecedentes con sus naciones que están en el monte para reducir. En algunos pueblos arrancan las labranzas a toda prisa y gas– tan las yucas con sus bebezones, que es lo que hacen cuando se quieren huir, y que todavía hay pueblos en que no han vuelto hacer la labran– zas y tienen muy poco que comer. Reflexionando nosotros estas cosas y que no se hacen cargo de di– chas amonestaciones para que no se vayan , los mantenemos con la es– peranza de que fue a hablar bueno con V.E. el R.P. Fr. José Antonio de Cervera y nos preguntan cuándo viene, y no sabemos qué harán cuando venga . Con esto damos prueba de que deseamos de corazón que estén quietos y no se vayan al monte. Habrían sucedido casos funestos si no hubiésemos contenido los indios como ciertamente nos consta que esta– ban prevenidos los indios para matar dos corregidores. Hasta ahora ha– bemos gobernado a los indios, como dice la cédula, a título de adminis– tración y asimismo sus frutos y dádoles sus productos ; hallan los indios mucha novedad en esto con los cabos y corregidores, porque no se portan tan bien en su proceder y administración. El trabajo no es con la medida de la prudencia sino tanto si quieren como si no quieren; además que no tienen libertad , se les manda ir a garrotazos; viniendo de la tanda de la Angostura o de otra parte, sin descanso los mandan a otros trabajos de la villa, del administrador o para bogas de particulares y poquísimo les queda para sus labores, y poco se cuidan los corregidores de componer los pueblos y casas caídas, ni menos de recoger los indios fugitivos al monte, ni pueden los religiosos meterse en estas cosas, como lo hacían antes, porque es sacrilegio mandar algún indio el Padre misionero por ningún pretexto, ni puede enviar una carta en asistencia del corregidor o cabo, y el indio que la lleva es castigado, como lo habemos visto dife-

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