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248 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA hecho de no haberle prevenido, habían graduado no hallarse en estado de poderse practicar. Que también tomó conocimiento de ella en el año de 1761 el go– bernador D. José Diguja en el acto de su visita, y el Rvdo. Obispo de Puerto Rico D. Pedro Martínez de Oneca, y, no obstante toda esta pre– cedente y formal instrucción, no resultó providencia para la entrega de pueblos. Y, quejándose el mismo Fr. Fidel del modo y conducta con que el Sr. Gobernador se ha manejado, acriminando de culpable la de los riligiosos en retener los pueblos y usando de expresiones nada decorosas a su estado, manifestó ser aventurado entregarlos bajo las reglas dispues– tas por el nominado gobernador, y propuso no ser conveniente la entre– ga de los pueblos que han cumplido ya los veinte años por la experiencia práctica que se tiene de la inconstancia de los indios, del poco amor a la población y de su facilidad en desampararla con cualquiera vana apren– sión o disguto, justo o figurado, a que se añade la falta de medios de esa provincia para sujetarlos por ser sus tierras abiertas por la parte de levan– te y mediodía y estar ahí la frontera de las naciones bárbaras, tener el au– xilio del amparo de los holandeses, que hacen su negociación en llamar– los a sí y carecer esa provincia de tropas para reducirlos en sus conti– nuos levantamientos, porque, aunque en la capital hay alguna, su larga distancia a las misiones y lo improviso de aquellas ocurrencias, no deja arbitrio para conseguir el sujetarlas, siendo constante que para evitar este daño, ocurrieron a mí dichos misioneros con el objeto de que se les su– ministrasen treinta soldados de pie fijo, y que, aunque con efecto lo es– timé así, sólo se había verificado de once, y por último hizo presente los servicios ejecutados por dichos indios en fábricas interesantes a mi real servicio y otras reales obras con limitados salarios y en algunas sin jornal ni raciones; y concluyó con que este mérito debía favorecerles para dila– tarles la paga de tributos y forma de nueva adminis tración de justicia, como lo estimó el Rvdo. Obispo de Puerto Rico. Y habiéndose visto todo en mi Consejo de las Indias con lo infor– mado por la Contaduría y expuesto por mi Fiscal, he venido en decla– rar, como declaro, que los misioneros capuchinos catalanes de esa pro– vincia han obrado bien en retener hasta ahora los pueblos de sus misio– nes, y he resuelto mandar, como se ejecuta por despacho de la fecha de ésta, a mi Virrey de Santa Fe examine con el pulso y madurez que espe– ro de su celo si los pueblos de los indios que están al cargo de los refe– ridos misioneros catalanes se hallan en aptitud de admitir corregidores y curas, sin que de ello se siga la fuga de los indios, y que, para proceder

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