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MISION DE LOS CAPUCHI NOS EN GUAYANA 243 satisfacían los tributos y diezmos, manifestó con fecha de 8 de mayo de 1773, acompañada de varios documentos, que por real cédula de 6 de marzo de 1687 estaba mandado que los indios que voluntariamente se convirtiesen a nuestra santa fe, no tributasen en veinte años en manera alguna, ni se pudiesen repartir, ni mandar servir en las haciendas, si vo– luntariamente no lo quisiesen hacer, y que, pasados los veinte años, tri– butasen a mi real hacienda en la forma y regla que dispusiese mi Virrey y Audiencia del distrito, sin que se pudiesen, aun verificado dicho tiem– po, encomendar, repartir ni agregar a persona alguna sin especial orden mía, a cuyo fin se me avisase haberse cumplido el referido tiempo para determinar lo que en esto se hubiese de observar: que no era de cargo de los misioneros hacer la entrega de los pueblos, ni aun del gobernador de la Guayana sino privativamente de vos y de mi Audiencia del distrito, pero que sin embargo tuvieron siempre aquellos misioneros el estilo de informar a unos y otros de tres en tres años del estado de las misiones, con un plan comprendido, entre otras cosas, del año de la fundación y antigüedad de cada pueblo; de modo que siempre había estado a la cali– ficación de aquéllos haber dispuesto que se verificase la entrega de los pueblos, y por el hecho de no haberlo prevenido, habían graduado no hallarse en estado de poderse practicar. Que también tomó conocimiento de ellas en el año de 1761 el go– bernador D. José Diguja en el acto de su visita y el Rvdo. Obispo de Puerto Rico D. Pedro Martínez de Oneca, y, no obstante toda esta pre– cedente y formal instrucción, no resultó providencia para la entrega de pueblos, y quejándose el mismo Fray Fidel del modo y conducta con que el señor gobernador se ha manejado, acriminando de culpable la de los religiosos en retener los pueblos, y usando de expresiones nada decoro– sas a su estado, manifestó ser aventura entregarlos bajo las reglas dis– puestas por el nominado gobernador, y propuso no ser conveniente la la entrega de los pueblos que han cumplido ya los veinte años por la ex– periencia práctica que se tiene de la inconstancia de los indios, del poco amor a la población, o disgusto, justo o figurado, a que se añade la falta de medios de la provincia de Guayana para sujetarlos por ser sus tierras abiertas por la parte del levante y mediodía, estar allí la frontera de las naciones bárbaras , tener el auxilio del amparo de los holandeses que hacen su negociación en llamarlos a sí, y carecer la Guayana de tropas para reducirlos en sus continu os levantamientos, porque, aunque en la ca– pital hay alguna, su larga distancia a las misiones y lo imprevisto de aquellas ocurrencias, no deja arbitrio para conseguir el sujetarlos, siendo

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